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74 FELIPE F. RAMOS El amor fraternal o la filadelfía pretende inculcar la conciencia de la responsabilidad dentro del grupo cristiano, dentro de la comunidad en la que viven y de la que participan los creyente. Este sentido de responsabili­ dad exige evitar actitudes y prácticas que puedan destruir la unidad y desacreditar la fraternidad. Destaquemos, finalmente, la relación entre la fraternidad y la piedad. Ocurre con demasiada frecuencia que la religión se ve desacreditada por una falsa piedad, practicada sin su esencial referencia al prójimo. Existe siempre el peligro de practicar una religión meramente interior y olvidar las necesidades urgentes de la comunidad y de sus miembros. La filadelfía indica el brotar del amor en el seno de la comunidad, el preocuparse unos por otros, el ayudarse personalmente, el tender la mano a los hermanos que se hallan en apuro. g) A la fraternidad, la caridad ¿Tiene sentido hablar de la caridad como algo distinto de la fraterni­ dad? ¿Añade algo el agápe a la filadelfía?. Por supuesto. De no ser asi, una de las palabras hubiese desaparecido del catálogo de virtudes que deben ser añadidas a la fe o derivan de ella. La caridad es más universal que la filadelfía o el afecto fraternal. Trasciende los confines de la comunidad cristiana. Ella describe la auténtica actitud y conducta cristianas frente a los hombres, de forma general. El amor a Dios y al prójimo se halla suficientemente testimoniado en el A. T. y en el judaismo. La imitación de Dios implica la exigencia de amor a los hombres: «Como el Santo, ¡que él sea bendito!, viste al desnudo, visita al enfermo, consuela al triste, entierra a los muertos, asi también tu: viste a los desnudos, visita a los enfermos, consuela a los tristes, entierra a los muertos145. La caridad, agápe es un término utilizado muy frecuentemente en el N. T. para describir el ser mismo de D ios146. Pone de relieve el trato dispensa­ do por Dios a los hombres, determinado únicamente por su amor y que tiende sólo a su felicidad. Mediante el ejercicio del agápe los hombres se hacen imitadores de Dios, como hijos queridos (Ef 5, 1); verdaderos hijos del Padre que está en los cielos (Mt 5, 45). 145. b Sota, TWNT, I, 44. 146. El verbo agapao, el sustantivo agápe y el adjetivo agapetós aparecen 320 veces en el Nuevo Testamento: 143 veces el verbo, 116 el nombre y 61 veces el adjetivo. Ocupan el primer lugar los escritos joánicos; siguen los paulinos y el uso de los Sinópticos es, más bien, parco (37 veces en total); en el resto del N. T. se contabilizan 41 veces.

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