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70 FELIPE F. RAMOS 6.°) El uso frecuente de nuestro vocablo en las Pastorales tiene la fina­ lidad de establecer una frontera y ser una voz de alerta frente a los movi­ mientos gnóstico-entusiastas que habían surgido en algunas comunidades y que pueden surgir en cualquier momento. Teniendo como punto de partida que la creación es mala, se predica la total huida del mundo, una ascesis exagerada, el desprecio olímpico a las regulaciones y normas, el rechazo despectivo de la autoridad, el desprecio de la familia, el amor libre. Probablemente estos aspectos estaban promovidos desde la convic­ ción de que la resurrección ya había tenido lugar (2 Tim 2, 18). Frente a este modo de entender el mundo y las cosas, el autor de las Pastorales niega que esa conducta de los adversarios ea auténtica eusebeia, ya que va en contra del verdadero honor debido a Dios, que es el creador y redentor de todos los hombres. Además, amplía el concepto de piedad a toda la conducta del hombre: en toda eusebeia (2 Tim 2, 2) es sinónimo de en toda la conducta humana, que sea observante de las reglas estableci­ das por Dios... La piedad no sustituye a la fe, sino que adquiere todo su sentido en ella, como lo afirma la frase siguiente, que es bien elocuente: Vivir «piado­ samente» en Cristo Jesús (2 Tim 2, 12). Por algo es uno de los complemen­ tos o suplementos de la fe en el texto de la segunda de Pedro136. 7.°) La verdadera eusebeia es testimoniante. Entendida rectamente es anuncio del evangelio, medio importante de conquista para los hombres de buena voluntad y de discernimiento de los autosuficientes. La eusebeia cumple la misma finalidad que el agazopoiein, el «obrar el bien» (1 Pe 2, 15. 20) 137. Los diversos significados de la eusebeia, que hemos expuesto, justifican suficientemente la frase «la piedad es útil para todo» (1 Tim 4, 8) y tiene promesas para esta vida y para la otra. El uso indistinto de uno u otro sentido, en los diversos pasajes del N. T. que hablan de la piedad, demues­ tra la convicción de que la ordenación de la vida debe tener como referen­ cia última la voluntad de Dios. Y la actitud adecuada ante Dios es la del respeto y el temor reverencial. La piedad es inseparable de las obras buenas: Sino con obras buenas, cual conviene a mujeres que hacen profesión de piedad (1 Tim 2, 10). No se refiere a la piedad sensiblera; no es una religiosidad sentimental o emocio­ nal; es la convicción profunda de que Dios se proyecta sobre todos los niveles y los distintos aspectos de la vida: ¡Bendice a Dios y muérete! El 136. TWNT, VII, 182. 137. TWNT, VII, 183.

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