PS_NyG_1990v037n001p0007_0080
CONFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 67 del libro de los Hechos tienen muy poca entidad en orden a establecer, a partir de ellos, el significado del término: Pedro afirma que no han curado al cojo que se ponía a la puerta del templo para pedir limosna «por su propio poder y piedad» (Act 3, 12: se afirma que los apóstoles no tenían una piedad tan profunda o una relación personal tan íntima con Dios como para «obligarle» a haber hecho el milagro. En todo caso, nótese el paralelismo entre poder y piedad). Cornelio es llamado hombre «piadoso y temeroso de Dios» (Act 10, 2, 7. 22; el adjetivo «piadoso» es aplicado a Cornelio y a su soldado, y debe ser entendido en sentido amplio. Otros adjetivos como «temeroso de Dios» y «justo» ilustran su significado. Ha bría que añadir el sentido de «fiable», al menos por lo que se refiere al soldado). Pablo utiliza este calificativo para definir a los atenienses y con él se refiere, de modo general, a su religiosidad (Act 17, 23; se afirma que los atenienses «veneran» al Dios que desconocen). La razón de la parquedad de su uso en el N. T. la tenemos en su mismo significado: el vocablo no designa una norma, una fuerza o un poder indiscutibles. No hace referencia al Dios personal, sino a lo divino, de forma impersonal. La incondicionalidad de la obligación no se halla vinculada a la palabra eusebeia 126. Esta se halla centrada en la conducta del hombre y la valora como una virtud. Designaría, por tanto, un moralismo muy lejano del mundo bíblico. Pablo no presenta a los cristianos como piadosos, eusebeis, sino como águioi y eklectoi, santos y elegidos. Por eso, en lugar de eusbeia, él utiliza los término pistis y agápe, fe y amor, que, en sentido estricto, no pueden ser consideradas como virtudes morales127. El mayor acercamiento al N. T. lo constituye el Antiguo. En él, de forma general, debe decirse la siguiente: Dios es la fuente de la piedad, bien sea porque ella es un comportamiento típico de Dios respecto del hombre y de su pueblo elegido, en particular, bien porque la piedad que los hom bres practican entre sí debe ser una imitación de la que Dios tiene para con nosotros. Para comprenderla en toda su amplitud debe ser enmarcada dentro de lo que dice la Biblia sobre la bondad y la misericordia, la jesed divina y, más aún, sobre su fidelidad, su emet. Esto debe ser tenido en 126. Esto es verdad, aun reconociendo que Sócrates concedió a la voz de la razón y al poder de la ley, una fuerza de obligatoriedad indiscutible y Jenofonte la designó como la conducta del eusebés, del que sigue las dos normas mencionadas. En el helenismo antiguo la piedad es el temor reverencial y admirativo ante el mundo de lo divino, su veneración en el culto y en la observancia de sus normas. Entre los griegos, la eusebeia puede ser considerada como una virtud entre otras, no como la fuente de las demás virtudes. Debe ser contada entre ellas, ya que las virtudes mantienen una relación mutua, no son independientes unas de otras (TWNT, VII, 177-178). 127. TWNT, Vn, 180-181.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz