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66 FELIPE F. RAMOS e) A la firmeza, la conducta recta (= la piedad) Tampoco la piedad tiene hoy buena presna. La culpa ha sido nuestra, por haberla situado en el ámbito de la «beatería»123. El vocablo del que deriva inmediatamente, la pietas latina, no tenía nada que ver con la religio­ sidad personal. Los romanos —que se consideraban el pueblo más piadoso de la tierra mantuvieron siempre una actitud crítica ante la mística. Para ellos, la piedad consistía en el cumplimiento fiel de los deberes rituales, ya que la vida del individuo, igual que la de la comunidad, estaba penetrada por determinados poderes divinos, bien se tratase del nacimiento, de la boda y de la muerte o del transcurso del año, de las asamblea del pueblo o de la guerra124. Además del aspecto mencionado, la pietas latina era una actitud o un estimulo de vida que comprendía los sentimientos y, sobre todo, los com­ portamientos de un inferior en relación con su superior. Acentuaba, como es lógico, las relaciones que los miembros de la familia debían mantener con el pater familias y, correlativamente, con la autoridad civil, con los mayores, con los educadores... Conjugaba asi la horizontalidad de la con­ ducta humana con su verticalidad. El carácter familiar de algunas divinida­ des (los penates, los lares) y una cierta divinización de los antepasados hizo que el aspecto horizontal y el vertical se conjuntasen armónicamente en la piedad: actitud «virtuosa», laudable, que, partiendo de la conducta digna entre los hombres, acentúa también la relación del hombre con Dios125. En sentido estricto, la piedad no es término bíblico. La palabra griega correspondiente a piedad, eusebeia, no la encontramos en el N. T. ni como expresión de la fe ni de la conducta, excepción hecha de las cartas pastora­ les y de la segunda de Pedro, que consideraremos aparte. Los tres textos 1000 años ante Dios son como el día de ayer que ya pasó (Ch. Bigg, p. 258); «permanencia firme ante la suerte adversa» (F. Hauck, p. 87); «constancia, que es la capacidad de aguantar, que fortalece y anima» (A. Stoeger, p. 73); «nueva acentuación en cuanto actitud escatológi- ca» (K. H. Schelkle, p. 190); «Sie ist gerade eine Haltung», C. Spicq (Citado en Reallexikon, col. 259); «Sie ist eine geistige Einstellung» (del mismo Reallexikon, col. 259). 123. El significado más noble, profundo y diverso de la palabra salta a la vista si tenemos en cuenta la interpretación que los distintos autores dan de la misma: «la suma de toda la parte práctica de la vida cristiana» (Ch. Bigg, p. 258); «temor reverencial ante Dios, sin el cual puede degenerar toda la vida» (F. Hauck, p. 87); «actitud de reverencia hacia Dios y de respeto al hombre» (A. R. C. Leaney, p. 107); «la relación adecuada con Dios» (A. Stoeger, p. 74); «el culto religioso a Dios, que aqui es presentado como opuesto a los falsos doctores» (P. De Ambroggi, p. 174). 124. H. K ó STER, Introducáón al Nuevo Testamento, Salamanca 1988, 436. 125. E. R uffini , Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Madrid 1983, 404-414.

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