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62 FELIPE F. RAMOS esperamos lo que no vemos, en paciencia esperamos (Rom 8, 25). Pablo, el gran especialista en el tema, utiliza fórmulas, como la citada, en las que la paciencia está en relación con la esperanza. A Dios le presenta indistinta­ mente como el Dios de la paciencia o como el Dios de la esperanza: Que el Dios de la paciencia y de la consolación os de un unánime sentir en Cristo Jesús... Que el Dios de la esperanza os llene de cumplida alegría y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo (Rom 15, 5. 13: el paralelismo salta a la vista); la esperanza es la fuente de la pacien­ cia (Rom 5, 3s; 15, 4); la paciencia es la garanda de la esperanza (Rom 2, 7; Hebr 10, 35s). En algunos textos en los que la esperanza es presentada como la quinta esencia del evangelio, se habla, muy elocuentemente, de la «paciencia de la esperanza» (1 Tes 1, 3; 4, 13: se refiere a la valentía permanente y probada con la que se espera la segunda venida de Cristo). Pablo desea para sus lectores el amor de Dios y la paciencia de Cristo (2 Tes 3, 5). En la tríada «fe, esperanza, amor», a veces la esperanza se halla sustituida por la paciencia (Tit 2, 2) o entra en las listas de virtudes donde falta la esperanza (1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10; Apoc 2, 19). Para el apóstol Pablo la paciencia es el puente que une lo ya realizado en nosotros por la obra de Cristo —la nueva «creación», que es ya una realidad, 2 Cor 5, 17; Gal 6, 15)— con lo que se realizará a partir de la resurrección: Pero si esperamos lo que no vemos, en paciencia esperamos (Rom 8, 25). Las dificultades del momento presente deben servir para confirmarnos en la esperanza, permaneciendo en ella mediante el ejercicio de la paciencia: Y no sólo esto, sino que nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia, la paciencia la virtud probada, y la virtud probada la esperanza (Rom 5, 3s). La paciencia es el ejercicio de la fe durante la noche oscura: Y nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y vuestra fe en todas vuestras persecuciones y en las tribulaciones que soportáis (2 Tes 1, 4: nótese la unión entre la paciencia y la fe). Considerando que la prueba de vuestra fe engendra la paciencia (Sant 1, 3). Si alguno está destina­ do a la cautividad, a la cautividad irá; si alguno mata por la espada, por la espada morirá. En esto está la «paciencia y la fe» de los santos (Apoc 13, 10). La paciencia del cristiano es sobriedad de la esperanza115. Para Pablo es valentía unida a la prueba; don de Dios, unido a la fe, a la esperanza y al 115. L. C o enen - E. B eireuther - H. BlETENHARD, Padronanza di se, en Dizionario dei Concetti bíblica del Nuevo Testamento, Bologna 1976.

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