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54 FELIPE F. RAMOS los más perversos, no pueden manchar al homber precisamente por su unión «sustancial» con el mundo de lo divino. Frente a esta desviación, el conocimiento ortodoxo de la fe pone de relieve tanto el aspecto de la confianza como la acentuación de la persona­ lidad. La decisión personal se halla siempre implicada, y muy directamente, en la invitación a la conversión, a pertenecer al Reino, a pasar de la mentira a la verdad, de las tinieblas a la luz. La fe subraya que la personalidad se mantiene en la relación intersubjetiva; relación de persona a persona me­ diante el ejercicio de actos estrictamente personales. Es normal que en la época fundante se insista más en la adhesión a la persona que en la defensa de la dcotrina. Sólo posteriormente aparecerían, en el terreno del conocimiento, los problemas y teorías sobre la explicación del misterio de Jesús. San Agustín lo formuló asi: «los platónicos conocen al Logos como un ser intermedio, pero no conocen la Palabra hecha carne, capaz de misericorida, de intercesión, de actuación y de amonestación97. 4.° En relación con la forma de pensar La fe es racional, obsequium rationale. El misterio al que presta su adhesión se halla produndamente enraizado en nuestra historia y es asequi­ ble desde diversas aproximaciones justificadas. Vinculaciones de los relatos milagrosos con el mundo real (Jn 2, 11; 4, 53; 5, 36; 9, 33); de los anuncios proféticos con el evangelio predicado (Jn 2, 22; 13, 19; 14, 29); de los testimonios aducidos para justificar la legitimidad de las pretenciones de Jesús (la Escritura, el Padre, Moisés, el Bautista... Remitimos a lo dicho en el apartado «La fe que busca su fundamento»). El mismo Pablo, que da la impresión de haber prescindido de lo histó­ rico, busca argumentos (1 Cor 15, 1-11), y hace afirmaciones destinadas a eleminar dudas (1 Cor 15, 12). Para él, la fe es un cierto saber, aunque sea la sabiduría de la cruz (1 Cor 1, 18ss), aunque, enúltimainstancia, la fe no depende de silogismos de razón, sino de la acción de Dios, parapercibir la cual, como es evidente, el hombre debe estar abierto a ella. Frente a la seriedad objetiva del conocimiento cristiano, el saber de la fe, llama la atención el procedimiento de la gnosis que, sin tener para nada en cuenta las referencias históricas, acumula especulación sobre especulación98. El conocimiento del que nos habla la segunda de Pedro, como el cono­ cimiento bíblico en general, nos introduce en el terreno de la fe. En 97. Reallexikon für Antike und Christentum, XI, 488. (Conf. 7, 14). 98. Reallexikon für Antike una Christentum, XI, 489-490.

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