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50 FELIPE F. RAMOS Aqui nos referimos a un conocimiento específico, que es el conocimien­ to religioso. Este se caracteriza por su referencia a lo absoluto e inmaterial y excluye, en principio, las pruebas exigidas al conocimiento en sentido estricto. El conocimiento religioso es particularmente cercano al terreno de los verdaderos valores, los no evaluables mediante pruebas científicas, y a la conprensión del sentido auténtico y último de las cosas. Teniendo esto en cuenta, el conocimiento religiso llega fácilmente a intercambiarse con el saber moral y el sentido subjetivo. El principio o fundamento natu­ ral de este conocimiento es la experiencia religiosa; el sentimiento de lo numinoso, de la divino, del mysterium tremendum et fascinans, de la maies- tas trascendente. Una experiencia sentida, sobre todo, en las situaciones-lí­ mite de la existencia humana, pero también en encuentros emocionales trascendentes que tiene el hombre consigo mismo y en los que se ve des­ bordado por lo misterioso a inexplicable. Evidentemente,en esta clase de conocimiento existe un claro predominio de lo subjetivo e incontrolable sobre lo objetivo-controlable93. La experiencia de lo numinoso proyecta una luz nueva sobre la realidad visible, a la que considera como caduca, finita, creada y dependiente de lo Infinito y únicamente real. En última instancia, el fundamento supremo del conocimiento religioso se halla, no en una experiencia subjetiva de lo incondicional, sino en la revelación del Dios personal, aceptado desde la fe. Estos son los presupuestos que tenemos delante al explicar lo que signi­ fica la adición del conocimiento a la fe, en nuestro texto de referencia. El N. T. sabe del conocimiento y de la ciencia en un nivel puramente humano. Aqui nos referimos al conocimiento específicamente religioso. Dios conoce o ve el corazón de los hombres y sus intenciones: Vosotros pretendeis pasar por ju stos ante los hombres, pero Dios «conoce» vuestros corazones... (Le 16, 15). El Señor «conoce» cuán vanos son los planes de los sabios (1 Cor 3, 30). El conocimiento bíblico es un conocimiento amoroso —inseparable del amor— electivo —en él se fundamenta el pensamiento de la elección—; creador de relación interpersonal. Dios conoce a los suyos, es decir, no les olvida nunca, sino que cuida de ellos: Pero el sólido fundamento de Dios se mantiene firme con este sello: «E l Señor conoce a los que son su yos » y «Apártese de la iniquidad quien tome en su s labios el nombre del Señor» (2 Tim 2, 19). Los creyentes conocen a Dios, es decir, le reconocen, le aceptan, le tienen el temor reverencial debido: Para dar la ciencia de la salud a su 93. RGG, II, col. 538-539.

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