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CONFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 33 sido planeado y realizado por Dios. De ahí que la omologuía se traduzca también en obediencia65. Pablo, al estilo de los grandes profetas, no pudo callar; manifestó públi­ camente su fe; la obedeció hasta en sus últimas consecuencias. Vivió inten­ samente la triple graduación: fé, omologuía, obediencia ( pistis-omología - ypakoé). El hizo suyas las palabras del Sal 116, 10; Creí, por eso hablé, que serían utilizadas posteriormente como slogan de hombres de fe profunda, cuya voz denunciadora de la injusticia humana fue silenciada violentamen­ te, como la del Maestro, como le ocurrió a Pedro Poveda66. El evangelio de Juan denuncia directa e indirectamente a los cristianos «vergonzantes». Los llamamos asi porque, implícitamente al menos, asi los llama el cuarto evangelio: A pesar de todo, fueron muchos, incluso entre los magistrados judios, los que creyeron en Jesús. Sin embargo, no se atrevían a manifestarlo públicamente a causa de los fariseos, por miedo a ser expulsados de la sinagoga. Para ellos contaba más la buena reputación ante la gente que ante Dios (Jn 12, 42s). El grupo de creyentes denunciado por el evangelio es bien significativo y anticipativo. Representan a los creyentes calculadores que no arriesgan nada por su fe; que intentan hacer compatible su fe con las ventajas deriva­ das de ocultarla ante aquellos que pueden perjudicarles a causa de la mis­ ma; a aquellos que saben nadar muy bien guardando la ropa. Aquellos magistrado que habían creido en Jesús (al menos con una fe incipiente) supieron ocultar su fe con tal habilidad que ni siquiera los fariseos —dirigentes supremos del judaismo en aquella época y, por consi­ guiente, responsables de la ortodoxia dentro de la comunidad judía— se habían dado cuenta de que eran creyentes: Los fariseos les respondieron (a los guardias enviados por ellos para deterner a Jesús): ¿también vosotros os habéis dejado seducir? ¿Acaso ha creido en él algún «magistrado o algún fariseo?» (Jn 7, 47s). Tal vez el representante más cualificado de este grupo de creyentes vergonzantes fuese Nicodemo: Sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro; nadie, en efecto, puede realizar los signos portentosos que tu haces, si Dios no está con él (Jn 3, 2). Detrás de este «sabemos» se oculta un grupo importante de judios seriamente interesado por Jesús, pero que no se atrevía a manifestar públicamente su interés y simpatía. ¿Cuál fue la causa de que estos creyentes fuesen vergonzantes o de que mantuvieran su fe en la clandestinidad? Lo afirma el mismo evangelio: el 65. TWNT, VI, 218-219. 66. F. F. RAMOS, Espiritualidad Bíblica en «Consideraciones» de Pedro Poveda, 216 y ss.

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