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30 FELIPE F. RAMOS conocimiento o del afecto; sentimiento de amistad sincera y de entrega generosa, no sólo saludo momentáneo o intercambio intermitente de pala­ bras; desvelamiento de los secretos de nuestro interior, no sólo manifesta­ ción hipócrita del aspecto que nos interesa que conozca la otra parte. La persona enamorada vive de aquella y para aquella a la que ha entre­ gado su amor; tiene en ella su constante punto de mira y de referencia; ella es su consultorio; se abre plenamente a ella y de ella recibe el calor y la fuerza para vivir. Las frases anteriores describen el sentido más profundo de nuestro credo. La manifestación-comunicación de Dios en Jesús de Nazaret es la que produce en el creyente ese enamoramiento: no se puede menos de querer la vida, las promesas de la salud-salvación, las esperanzas de supera­ ción de las limitaciones humanas, la fraternidad de los hombres, la perte­ nencia al mundo de Dios, la lucha por un mundo mejor, el combate para superar la línea y las intrigas del mal... El enamoramiento define la vida creyente. Si la fe no hace surgir el amor, no es fe cristiana. La fe no sólo hace surgir el amor, sino que actúa por medio de él: Pues en Cristo Jesús lo mismo da estar circuncidados que no estarlo; lo que vale es la f e que actúa por medio del amor (Gal 5, 6). El primer documento escrito del N. T. habla, en paralelismo estricto, de la obra de vuestra fe y del trabajo de vuestra caridad: Ante Dios, que es nuestro Padre, hacemos sin cesar memoria de la actividad de vuestra fe, del esfuerzo de vuestro amor y de la firme esperanza que habéis puesto en nuestro Señor Jesucristo (1 Tes 1 , 3). Nuestro catálogo de virtudes tiene su punto de apoyo, su fundamento, en la fe. Su desarrollo séptuplo culmina en el agápe cristiano. En las des­ cripciones anteriores se hallan subyacentes las palabras de Jesús sobre el sentido de la fe, de la vida, de la amistad y, por supuesto, la rúbrica perso­ nal que su vida supuso para todos estos valores supremos. También se hallan latentes, pero especialmente presentes, las palabras de Pablo, que traducen su propia experiencia personal (Gal 2, 20; Fil 3, 7ss; 2 Cor 4, 13; 2 Tim 1, 12...). Exponemos a continuación los aspectos destacables de la fe que justifi­ can su categoría de base o fundamento sobre el que se desarrolla o perfila la existencia cristiana. Ella es como la anticipación y la síntesis de toda la vida cristiana. a) La f e que define al creyente El kerigma que anuncia lo hecho por Dios en Cristo para la salvación del hombre y la fe que lo acepta con humildad y gratitud, comprende

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