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CONFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 29 «creer» y el sustantivo «fe» aparecen 243 veces en el N. T. Este dato estadístico ya es orientativo: nos dice que estamos ante un concepto teoló­ gico central en orden a describir la recta relación con Dios y, en definitiva, en orden a presentar el cristianismo en su esencia más pura. Así lo afirma la raíz hebrea subyacente, que es 'mn, aman, de donde deriva nuestro «amén» y que significa «lograr estabilidad y seguridad», «entregarse incon­ dicionalmente a alguien», «prestar fe o adhesión a una determinada perso­ na o mensaje», «apoyarse en algo seguro, que viene desde fuera de noso­ tros y nos merece toda la confianza». La misma raíz de donde deriva la fe define al hombre como un ser necesitado de ayuda; que no tiene en sí mismo la suficiencia de su vivir; que no es auto-suficiente; que necesita algo sólido sobre lo que puede apoyarse para construir su casa con solidez. El espíritu de fe o la filosofía del vivir cristiano se caracteriza por el rigor y la seriedad en el cumplimiento del deber frente a la irresponsabili­ dad de quien actúa movido por fines egositas; por la entereza y la entrega a la realización de la vida según el plan de Dios, autor de la vida, frente a la tremenda superficialidad de un entorno que invita a no tomar nada en serio; por la ejemplaridad de las costumbres o la conducta edificante, ancla­ da en la misma fe y en sus exigencias; por el temor saludable o el respeto a lo sagrado, que se halla causado por la intervención salvadora de Dios en nuestra historia; por el reconocimiento de las propias limitaciones, que obli­ ga a evitar el tono dogmatizante y la pretensión petualante de decir la última palabra en todo; por la obligación de emitir la propia opinión en el campo de nuestra competencia y la sobriedad necesaria al abordar temas en los que nuestra palabra puede crear pistas nuevas para ulteriores reflexio­ nes; por la rectitud y la justeza en la formación de nuestro juicio o de nuestra conciencia teniendo en cuenta las fuentes serias de información en cada uno de los campos en los que se suscitan los temas o discusiones52. La fe que está en la base de la existencia cristiana —cuyas característi­ cas más «objetivas» expondremos a continuación—es la fe de las personas enamoradas. Es aceptación de una persona, no sólo de sus ideas; respuesta decisiva y constante a sus propuestas, no sólo entusiasmo momentáneo; convencimiento de que ella da sentido a nuestra vida, no sólo de que es una más entre otras múltiples con las que entramos en contacto a diario; experiencia profunda en una intimidad total, no sólo en alguna parcela del últimas, especialmente vitales para la armonía de la Iglesia (Bo R eick e, The Epistles o f James, Peter and Jude, 154). 52. F. F. RAMOS, Espiritualidad Bíblica en «Consideraciones» de Pedro Poveda, Madrid 1989.

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