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8 FELIPE F. RAMOS son los problemas que les preocupan; ofrece las soluciones adecuadas, y utiliza el lenguaje indicado. La actualidad de este texto de la segunda carta de Pedro salta a la vista si tenemos en cuenta que fue escrito contra los falsos doctores (2, 1) que, sin haber roto oficialmente con la Iglesia e incluso asistiendo a las celebra ciones litúrgico-eucarísticas (2, 13), vivían según unos principios opuestos a la doctrina recibida. En su conducta seguían el ritmo de sus apetencias desmedidas, de sus concupiscencias incontroladas, y se burlaban de los que vivían según las exigencias cristianas (3, 3). Teniendo como lema la libertad (2, 19), no se preocupaban de los preceptos morales y, en conse cuencia, eran esclavos de sus apetitos y pasiones (2, 10. 14. 18s). Eran libertinos depravados que pensaban haber alcanzado la libertad mediante el conocimiento. El autor de este documento de fe —probablemente el último escrito del N.T.— lanza sobre ellos una clara sentencia condenatoria: Mejor les serta no haber descubierto el camino de la salvación que, una vez conocido, volverse atrás de los santos preceptos que les fueron transmitidos (2, 21). Rechazaban el camino de la justicia o de la salvación, es decir, la fe que justifica, y los «santos preceptos» o el santo precepto, en singular, que se refiere a la tradición de la fe cristiana en su conjunto1. Para catalogar a la gente que asi se conducía, nuestro autor utiliza dos proverbios populares muy significativos: Les acontece lo del acertado refrán: «perro que vuelve a su propio vómito» y «cerda recién lavada que vuelve a revolcarse en el barro»{ 2, 22). Estas son las razones que nos han impulsado a estudiar el texto de la segunda de Pedro y cobijarlo bajo el título elegido. Se trata de una verda dera «configuración» de la vida cristiana. En él se nos ofrece la estructura, la forma, la manera de ser, la representación de la vida cristiana (no olvide mos que «configurar» viene del latín «fingere», que significa modelar, dar forma). Su realización adecuada en la vida de cada día ofrecería la imagen perfecta del ser cristiano. 1. A. STOEGER, Carta de San Judas. Segunda carta de San Pedro, Barcelona 1975, 66. U. WlLCKENS, Das Neue Testament, nota a 2 Pe 2, 21.
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