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CONFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 23 El pensamiento bíblico-cristiano no sueña con liberarse de lo terreno- material, sino en potenciarlo hasta llegar a una participación de la gloria divina —de la naturaleza divina—mayor de la que poseemos ya en nuestra existencia terrena (1 Jn 3, 2). f) La corrupción La aceptación de las más valiosas y sublimes promesas constituye la única posibilidad de escapar de la corrupción. La traducción literal del texto sonaría así: huir de la corrupción que existe en el mundo, causada por las pasiones42. En nuestra traducción, en lugar de «escapar» o «huir» hemos utilizado el verbo «evitar». El «escapar o huir» tiene una carga peyorativa, que queríamos evitar a toda costa. Podría entenderse en el sentido de ser el opio del pueblo, por utilizar la célebre frase de K. Marx, como una droga que produce el desinterés por los problemas de este mundo. El poder divino y sus maravillosas promesas servirían para poner nuestros ojos en el cielo, desentendiéndonos de la tierra. Efectivamente, existen formas de huida que son auténticamente inmorales; subproducto de una religión tergiversada. En la segunda parte de nuestro texto —en la acción-respuesta del hom­ bre—queda muy claro que no se piensa en eso. Hay una forma auténtica­ mente cristiana de huida: escapar de los poderes que arruinan, corrompen y degradan; de los apetitos desmesurados y de los deseos inhonestos. Cuando la naturaleza humana prescinde de Dios, marcha a la deriva; in­ mersa en la corrupción moral, camina hacia su auto-destrucción. La desa­ parición de los grandes imperios de la historia constituye una buena prue­ ba de ello. La huida cristiana no se obtiene por artes mágicas; es fruto de la lucha personal43; exigencia de un proceso de «desmundanización»; de vivir en el mundo el propio quehacer y las responsabilidades personales con verdade­ ra entrega y apasionamiento, pero sin dejarse atrapar por las categorías del mundo. La palabra griega fzorá, limitada en el N. T. a la literatura epistolar y al Apocalipsis —tampoco aparece en Hebreos ni en las cartas de Juan— significa «corromper, destruir»44. En su sentido literal, se aplica al hundi­ miento de un barco (Apoc 8, 9); a la destrucción de los vestidos por la polilla (2 Cor 7, 2); designa también la descomposición del cuerpo en el 42 . W . B au er, Wörterbuch zum Neuen Testament, in loco. 43. A. E. B arnett - E. G. H omrighausem , The First andSecondEpistles o f Peter, 174. 44. EWNT, III, col. 1009-1012.

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