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EN TORNO AL DICCIONARIO DE LAS RELIGIONES DE POUPARD 501 grecorromana, adquiriendo un puesto relevante en la Historia de las Reli­ giones, que no debería faltar en un Diccionario de esta clase. • AGNOSTICISMO (pp. 32-33). No se hace referencia alguna al ori­ gen histórico del término (Huxley 1869) y su posterior traslado al campo de la Teodicea. Tampoco se hace indicación alguna al agnosticismo como actitud epocal actual, diferenciada de la actitud atea de épocas inmediata­ mente anteriores. Lamentamos, también, el vacío de nombres muy importantes en la filo­ sofía agnóstica actual, como el de E. Tierno Galván, uno de los que mejor ha descrito el significado de esta actitud en la cultura occidental actual. • ALIANZA BÍBLICA (pp. 48-53). En un Diccionario de las religiones no exclusivamente bíblico, se echa de menos la alusión y desarrollo sintéti­ co del tema de la Alianza en la Historia de las religiones, tan rica en otras religiones extrabíblicas. Llama la atención el sentido reduccionista de este término al mundo bíblico. • ÁNGEL (pp. 67-70). Este mismo reduccionismo se aprecia en el de­ sarrollo de este término, referido exclusivamente a la Biblia e Islam. Consi­ deramos que un tema de cierta importancia, como el presente, debería haberse estudiado en el resto de las religiones, p. e. en la asiriobabilónica y en culturas primitivas. • ANICONISMO (pp. 73-74). Bien introducido. Pero para nada se hace relación a él como una de las características principales de las religio­ nes de pueblos primitivos y su significado fenomenológico. • ANIMATISMO. Un término que falta y consideramos de interés en el desarrollo del fenómeno religioso para su comprensión, tanto en sí mis­ mo considerado, como en relación a la importancia histórica que adquirió en ciertas épocas. • ANTICLERICALISMO (pp. 83-88). Consideramos excesivas las pá­ ginas que se le dedican. Y lamentamos no aparezca referencia alguna al fenómeno español del mismo. • ANTROPOLOGÍA (pp. 92-95). Echamos de menos un análisis más histórico del término y de su contenido en las Ciencias humanas. Para nada se hace mención de la Antropología científica y religiosa, tan íntima­ mente relacionadas con el estudio sintético de los puntos referenciales fun­ damentales de una Antropología bíblico-teológica. Bien hubiera merecido dedicar menos páginas a la Antropología cristiana d e ]uan Pablo II (pp. 95-98), que consideramos injustificadas en un Diccionario de esta índole.

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