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478 JOSE LUIS LARRABE Trae también y presenta una larga serie de teólogos latino-americanos; y teólogos «negros» [sic]; y de Asia y de otras partes del mundo: que en todas ellas hay teología y teólogos, dice. Y la teología feminista, no sólo la hecha o escrita por teólogas, sino con las connotaciones feministas introdu­ cidas por ellas en diversos tratados: Dios no sólo con amor de Padre, sino también de madre; en el matrimonio, en la moral, etc. Finalmente se estudia, también aquí, el fenómeno de la postmoderni­ dad con las observaciones que son comunes a otros libros y autores y que anteriormente hemos mencionado. 8. La patrística, fuente de vida cristiana 8 El título «Santos y pecadores en la Iglesia primitiva» es lo suficiente­ mente sugestivo para adquirir la obra rápidamente y leerla sin interrupción. Pero no se trata en él sobre quién era santo y quién pecador en la Iglesia primitiva, sino sobre esta otra pregunta o cuestión: quién era ortodoxo y quién no en aquellos primeros tiempos de la Iglesia: sobre diferentes y conflictivas tradiciones en los primeros siglos de la Iglesia. Eso sí: con la maestría que corresponde a un especialista y catedrático de la materia en la Universidad de Glasgow (ahora retirado de su cátedra por la edad pero no de su cargo pastoral parroquial). El autor no oculta su «instintiva simpatía por la Iglesia primitiva». Y viene a decir que «lejos de ser un movimiento monolítico, el cristianismo primitivo heredó ya del judaismo diferentes y hasta contrastantes trazos de formas de interpretar la fe: en efecto, dice, no es lo mismo la tradición sacerdotal que la profètica (nos cita como ejemplo); y manifiesta su clara preferencia por ésta que debe animar más y más la Iglesia universal, tam­ bién a partir de las pequeñas comunidades locales, dice referiéndose a la Iglesia local como más concreta y cercana al hombre (sin pérdida de la universalidad de la Iglesia, entendida ésta con sus lazos íntimos y vitales de comunión intereclesial). Pasando por serios y profundos estudios de Orígenes y de la Iglesia del Norte de Africa; por Pelagio, Nestorio y Severo de Antioquía, demuestra que el ideal de unidad que encontramos en el Cuarto Evangelio y en las Cartas de San Pablo tiene que ser contrastado con la realidad de los distin­ tos matices, incluso diferentes interpretaciones dentro de un pluralismo legítimo en la unidad [sustancial] de fe; estudia cuál fue el ideal de la 8. W. H. C. FREND, Saint and sinners in thè early Church, London, Darton, Longman and Todd 1985.

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