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TEOLOGIA Y CATCQUESIS HOY 485 Pues sí, y mucho, por cuanto se trata de exponer con calor y arte, de transmitir con buena pedagogía lo que se lleva dentro: la experiencia de fe; y así, de esta manera, hacer ver a los fieles la presencia de Dios entre nosotros, en medio de la comunidad reunida. Y no es lo mismo decir que celebrar (ni se dice la misa, ni se lee el breviario). Celebrar es mucho más. El autor desciende a ejemplos analizando incluso el sonido y el acento que hay que poner en cada cosa: «Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo ha de volver». No es lo mismo acentuar una palabra que otra. Otro tanto ha de decirse de los silencios, etc. No todo es igual: en nuestras celebraciones hay diversos elementos: hay Palabras de Dios, exhortaciones nuestras, explicaciones, alabanzas, aclamaciones, agradecimientos, historias, descripciones, moniciones, man­ damientos, requerimientos, confesiones, absoluciones, bendiciones, decla­ raciones, avisos (de Dios y de la Iglesia) etc. Y no todo se ha de hacer con el mismo énfasis de entonación y con el mismo ardor de gestos y expresio­ nes corporales. Las conclusiones de los dos últimos capítulos son: 1) que hay que poner espíritu y mística, no sólo palabras y éstas monótonas; 2) y que es preciso realizar, hoy mejor que ayer, los servicios religiosos y celebraciones de la Iglesia. 21. Reconciliación21 No es tarea fácil presentar este tema, así como la moral cristiana a niños y adolescentes: requiere acierto de fondo y de forma, de contenidos y pedagogía. El libro muestra cómo emprender este camino con el compro­ miso propio de los interesados y el de sus padres. Así irá bien este itinera­ rio (catequético para los niños, catecumenal para los padres). A este fin, ya en la contraportada se lee y se suscribe (por niños y padres) este compro­ miso con estas palabras: «Quiero crecer en el amor de Dios y de la gente. Voy a tratar de amar y perdonar a todas las personas tanto en mi familia [reducida] como en la gran familia de Dios que es la Iglesia. Me empeñaré en esto con la ayuda del Espíritu [y de los demás]. Y la moral cristiana ¿cómo la presenta a niños y padres? Partiendo del bautismo: «pertenezco a la familia de Dios». ¿Y los mandamientos? Tam­ bién con acierto, por ejemplo el sexto, donde después de hablar del plan de Dios, añade: «este mandamiento acentúa la fidelidad de ambas partes, así como el respeto por la belleza de nuestra sexualidad y de la de los demás». Mary C a y SENGER, Reconciliaiion. A change o f beart, The liturgical Press 1987.

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