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LA ANTROPOLOGIA DE LA ACCION DE ARNOLD GEHLEN 469 condiciones existenciales para que ese ser orgánicamente deficiente, que es el hombre, pueda sobrevivir. Pero, cabe preguntarse: ¿Quedan debidamente justificadas con esa ex­ plicación funcional todas las cualidades y operaciones espirituales del hom­ bre? ¿Queda debidamente razonada la fundamentación de lo filosófico en lo biológico y la marginación de lo metafísico? La respuesta a tales cuestio­ nes ha de ser negativa. El ámbito de lo biológico, por mucho que Gehlen lo adorne con ribetes de apertura a lo simbólico y a las funciones superio­ res del hombre, no sobrepasará nunca sus estrechos límites empíricos. Por otra parte, respecto de la puesta entre paréntesis o «reserva técnica» acerca de lo metafísico, Gehlen mismo parece darse cuenta de que no es posible tal intento. Y así, inconsecuentemente, titula, por ejemplo, el capítulo final, que parece como si fuera un mero añadido, de su obra principal El hom­ bre: Algunos problemas del espíritu, (que pretende solucionar interpretando el espíritu como espíritu objetivo), como creaciones objetivas del espíritu, e introduciendo, para su explicación, categorías como la de «finalidad ob­ jetiva secundaria» que tienen indudablemente un significado metafísico. b) En segundo lugar, por lo que hace al tema mismo de la acción como categoría central de antropología filosófica de Gehlen hay que hacer notar lo siguiente: La crítica que Gehlen hizo al concepto de espíritu de Scheler, como elemento fundamental de la antropología filosófica de éste, podría muy bien volverse contra su categoría de la acción, como le hizo ya saber Theo- dor Litt en una crítica recensión de su obra El hombre, recogida en la obra de aquél: Hombre y mundo; fundamentos de una filosofía del espíritu, Hei- delberg 1961. Gehlen pretende solventar el problema del dualismo antropológico presente en Scheler dando cabida a la categoría central de la acción. Sin embargo (insistimos una vez más), procede y explica sólo «biológicamente» (y, por tanto, insuficiente e inadecuadamente) los aspectos superiores o espirituales del hombre y, por ello, tampoco resuelve el problema del dua­ lismo antropológico. Además, si el tema de la acción se plantea exclusiva­ mente desde un enfoque biológico, se escapan o quedan fuera de conside­ ración otras perspectivas posibles de la acción, v. gr. de carácter interpreso- nal, social, e incluso religioso, que pueden ofrecer puntos de vista impor­ tantes y esenciales para una correcta comprensión filosófica del hombre y que quedan infravalorados o menospreciados en el enfoque exclusivamente biológico de su antropología de la acción. José-Luis R o d r íg u ez M o lin er o

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