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LA ANTROPOLOGIA DE LA ACCION DE ARNOLD GEHLEN 463 Según Gehlen, con él se expresa «un problema muy difícil», un «tema importante y oscuro», aunque significa «un hecho muy decisivo para en tender el camino del desarrollo del hombre». Hace alusión Gehlen a varios autores en los que pueden encontrarse precedentes de este concepto: Alfred Seydel, en La conciencia como destino (1927), quien empleó el concepto de «excedente instintivo» (Triebübers- chuss); Max Scheler, en El puesto del hombre en el cosmos (1928), quien «habla de un ser cuya insatisfacción instintiva (Triebunbefriedigung) exce de siempre (stets überschüssig ist) a su satisfacción»; Gerald Heard, que en su obra de sociología de la religión, Sustancia social de la religión (1931), habla de un «exceso de energía» (excess of energy); y, ya anteriormente, en Henri Bergson, quien en la obra La evolución creadora (1907) nos expo ne su conocida doctrina sobre Pélan vital. El excedente pulsional es, según Gehlen, algo constitucional y univer salmente humano. Es como la correlación a la indigencia «crónica» de ese ser tan expuesto, arriesgado e inacabado, que es el hombre, que se muestra en su deficiente constitución orgánica, en la enorme cantidad de estímulos que afluyen a él y que ha de tratar de dominarlos, y en el hecho de que sus pulsiones no son periódicas sino crónicas: «El excedente pulsional sólo puede concebirse como el lado interno de un ser no especializado y carente de medios orgánicos que está expuesto a la presión crónica de tareas internas y externas» 68. El animal, por su especialización instintiva, sigue el ritmo de la natura leza. Según las épocas, surgen en él el instinto de emigración, el sexual, el de construir nidos, o el de retirarse al letargo invernal..., etc. El hombre, en cambio, ha de tratar necesariamente de sostenerse a través del cambio de las condiciones o circunstancias. Ha de procurar sobrevivir a ellas. Ha de intentar formar impulsos duraderos. Ha de realizar mañana de nuevo su actividad. Ha de dominar cotidianamente su existencia, y la energía, o el excedente pulsional, es lo que le permitirá adaptarse a las operaciones imprevisibles y a las circunstancias extraordinarias y hostiles en que se encuentre; hacer frente a su período de desarrollo tan lento y prolongado; hacer incluso del riesgo conscientemente un riesgo..., etc. etc. Pero Gehlen, a pesar de esta descripción del excedente pulsional no da una explicación racional del mismo. Se limita a calificarlo como algo aprió- rico. Frente a la indigencia crónica del hombre, el excedente pulsional aparece (con una energía igualmente crónica) como la fuerza correlativa 68. Cfr. El hombre, 51. Compárese con 356 y ss.
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