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450 JOSE-LUIS RODRIGUEZ MOLINERO también que hacer notar el modo «cómo el hombre va estructurando su capacidad de obrar» y trata de orientarse en el mundo47. La jerarquización de la capacidad de obrar se organiza —dicho ahora de modo general, pues luego lo veremos más concretamente al referirnos a los modos de exoneración—de la manera siguiente: En primer lugar, rompiendo, a través de la activa función exonerante, el cerco de la inmediatez (den Bennkreis der Unmittelbarkeit) en la que se encuentra prisionero el animal con sus directas sugestiones sensoriales y reacciones espontáneas. En virtud precisamente de su acción, el contacto del hombre con el ahora contingente se reduce ya en el plano senso-motor a un mínimo: «(En el hombre) una reacción de respuesta no es producida por cualquier im­ presión espontánea, al modo como en el animal un estímulo extraño a su medio ambiente provoca la huida. En el hombre, los puntos de contacto con la situa­ ción del ahora se reducen, en el pleno senso-motor, a un mínimo, y esto por sus funciones u operaciones»48. En segundo lugar, creando el hombre progresivamente mediante sus operaciones, mediante su acción por tanto, su propio mundo, su propio Welt, frente al medio ambiente, o Umwelt, de los animales. Ese mundo propio del hombre es una especie de «espacio vacío» (Leerraum) que pre­ senta, entre otros, los caracteres siguientes: No es inmediato, como el me­ dio ambiente (Umwelt), según se ha dicho ya, sino que está «situado como trasfondo» (dahingestellt); es de carácter panorámico (übersehbar); rica­ mente alusivo (andeutungsreich) y disponible (verfügbar). Textualmente refiere el propio Gehlen: «El hombre crea, por su propia acción, un espacio vacío: el espacio vacío de un mundo panorámicamente dominable, rico en alusiones, situado como trasfondo y disponible»49. Esa construcción por la acción del mundo propio del hombre se reali­ za, concretamente, mediante procesos o movimientos que, desde un princi­ pio son autónomamente elaborados (selbsttätig bearbeitet) y se hacen dis­ ponibles ejercitando controles, superando inhibiciones y fijando direccio­ nes. Es decir, sin que subsistan las presiones o la necesidad de satisfacer las pulsiones, de una manera por así decirlo lúdica, las cosas se hacen 47. Cfr. El hombre, 47. 48. Cfr. El hombre, 48. 49. Cfr. El hombre, 46.

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