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446 JOSE-LUIS RODRIGUEZ MOLINERO cia, trata de sobrevivir. Estas últimas afirmaciones podríamos decir que a la vez que nos ponen en la pista de lo que Gehlen pretende al referirse a la organización o estructuración de la acción, que abordaremos en seguida, denotan la finalidad última de su doctrina de la acción, que no es otra que tratar de asegurar el sostén en la vida, el sobrevivir: «El fin propio del hombre, su tarea, su empresa, es su propia existencia». En el animal, como he indicado anteriormente, la adaptación al medio ambiente posibilita su sostenimiento vital. El hombre, en cambio, por no tener un medio ambiente determinado, por ser incapaz por naturaleza de vivir en él, es un proyecto. Pero un proyecto propio de un ser orgánica­ mente deficiente. Ha de crear, con su propia acción, y por verdadera nece­ sidad vital, las condiciones existenciales que posibilitan su propia existencia, considerándose a sí mismo no ya «sólo meta (Ziel), sino fin (Zweck) para sí mismo», tarea, etc., modificando, dominando y transformando la natura­ leza al servicio de la vida, liberándose de la presión del ahora o del presen­ te, preparando previsoramente —por tanto, activamente—el mañana, pues­ to que, de lo contrario, ese mañana no contendrá nada para que pueda sobrevivir, y haciendo surgir de sí mismo, y mediante su propia actividad (eigentätig) una jerarquía complicadísima de operaciones, un orden estruc­ tural de capacidad o de poder (eine Aufbauordnung des Könnens) que se encuentra en él como pura posibilidad y que, mediante su propia actividad, ha de ir sacando de sí mismo afrontando contrariedades o cargas interio­ res: «Todas las facultades humanas especiales han de referirse a esta cuestión: ¿cómo puede vivir un ser tan monstruoso?»44. Y, en otro lugar, ratifica igualmente la misma idea cuando dice: «La tarea del hombre consiste, en primera línea, en permanecer en la vida (sich überhaupt am Leben zu bleiben). Esto es manifiesto por el hecho de que noso­ tros, respecto (incluso) de una comunidad o de un pueblo no podemos conside­ rar ninguna otra tarea que ésta: la de mantenerse en la existencia (sich im Dasein zu erhalten)»45. 44. Cfr. El hombre, 36. 45. Cfr. El hombre, 63.

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