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444 JOSE-LUIS RODRIGUEZ MOLINERO cultura. El progreso está, paradógicamente, en el retorno a los orígenes, más que en el avanzar hacia adelante. Gehlen, por su parte, rechaza la separación cronológica entre los dos estados. No cabe admitir que el hombre estuviera durante algún tiempo en el estado de naturaleza, en el estado de naturaleza no modificada, «no envenenada», en el estado de naturaleza primera, por así decirlo. No hay un ‘hombre natural’ en sentido estricto que, más tarde, pasara al estado de cultura o de segunda naturaleza: «L a distinción entre ‘hombre cultural’ (Kulturmenschen) y ‘hombre en estado de naturaleza’ (Naturmenschen) es equívoca. Ninguna población humana vive, en los lugares salvajes, de esos lugares salvajes simplemente, sino que toda pobla­ ción tiene técnicas venatorias, armas, fuego, instrumentos, etc.»37. Sin embargo, y a pesar de rechazar la separación entre estado de natu­ raleza y cultura, Gehlen introduce una especie de «ficción» (es su propia expresión) que viene a consistir en que, si nos fuese posible imaginar tal disyunción entre naturaleza y cultura, el hombre, considerado sólo anató­ micamente (por tanto al margen de toda cultura), estaría, en comparación con el animal, en una manifiesta desventaja: «Si el hombre aparece..., en comparación con el animal como un ‘ser deficiente’, tal calificativo acentúa una relación comparativa. Tiene, por tanto, solamente un valor transitorio. No es un concepto sustancial... De un modo ficticio se pone al hombre como animal y se termina con el descubrimiento de que, como animal, es sumamente imperfecto e incluso imposible»38. Suplantando, luego, el ficticio estado de naturaleza por el de cultura, Gehlen pasa, entonces, a afirmar que el verdadero estado constitutivo del hombre como hombre es el estado de cultura: «Exactamente en el lugar que ocupa el ‘medio ambiente’ en el animal, surge en el hombre el ‘mundo de la cultura’ (Kulturwelt)... Por eso es fundamentalmente falso hablar de un medio ambiente en el hombre desde el punto de vista bioló­ gico que hemos definido. En el hombre, a la carencia de medios de su physis corresponde la ‘segunda naturaleza’» 39. 37. Cfr. El hombre, 38. 38. Cfr. El hombre, 20. 39. Cfr. El hombre, 38.

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