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286 CELINA A. LERTORA MENDOZA inveniantur civitates notae et famosae, sicut Jerusalem, Babylon, Me- roe, Alexandria, Antiochia, Ephesus, Athenae, Tarsus, Roma, et caete- rae prae aliis notatae ab astrologis secundum debitam distanjtLam ab invicem, et ab oriente et ad occidente, septentrione et meridie, quibus inventis poterunt et regiones famosae ab eis denominatae inveniri, et maria et deserta et montes et omnia quae in sacris literis continentur {Opus Maius, IV: Bridges I, 183). Sólo después de fijados exactamente estos extremos, se habrá lle gado al sentido literal aceptable, y sobre él podrá luego edificarse el sentido espiritual, en virtud de esa relación entre lo corpóreo y lo su perior, a que hacíamos referencia (Cf. también Ibid., p. 184). Pero ade más de sus propias ideas, aquí invoca Bacon la autoridad de los anti guos, comenzando por Jerónimo, que se preocuparon de las exactas fija ciones geográficas, y concretamente cita de ese autor, el prólogo al li bro segundo de las Crónicas, donde observa que es necesario preocu parse por no alterar el sentido de los nombres antiguos. Además invo ca en su favor otros autores célebres: Isidoro, Casiodoro y Orígenes {ibid.: Bridges I, 184), concluyendo: Cum ergo nostri sancti expositores et doctores sacri in istis locis tan* tum laboraverunt, et tanta mysteria contineri fatentur, non est dubium quin eomm cognitio per omnes modum sacrae scripturae est necessa- ria (Opus Maius, IV: Bridges I, 185). En resumen, el argumento baconiano es el siguiente: es necesario conocer exactamente la geografía para saber dónde estaban los lugares bíblicos y qué caracteres tenían dichos lugares. Ello sirve tanto al sen tido literal como al espiritual. De esto es prueba concordante el inte rés que le dedicaron los autores antiguos y famosos por su sabiduría. Luego los «modernos» han errado el camino de la exégesis al omitir este requisito preliminar e imprescindible. Todos estos párrafos son una crítica indirecta al modo exclusivamente espiritualista de interpre tación, basado en asociaciones subjetivas y no en relaciones que Bacon consideraba formalmente objetivas.
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