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284 CELINA A. JLERTORA MENDOZA posibilidad, quizá porque desconfiaba de todo sentido que no fuese el literal, o fundado en él de modo muy explícito, y en lo posible, a tra­ vés de una ley científica. Esto, que podía hacerse con la óptica, porque era una disciplina que ya en su tiempo —y desde mucho antes— tenía reglas muy precisas, no era sencillo con la astrología, cuerpo vago, di­ fuso y a veces contradictorio, de observaciones, datos, especulaciones e interpretaciones esotéricas. La falta de un verdadero sistema'cientí- fico en la astrología hizo que Bacon, a pesar de ser partidario de ella, no le diera más que este alcance, bastante limitado, a que hicimos aho­ ra referencia. 3.° Geografía La Geografía es una ciencia eminentemente descriptiva, no obstan­ te, en cuanto se ocupa de las mediciones de distancia, resulta muy em­ parentada con la Matemática, hasta el punto que Bacon, al hablar de la necesidad de estos estudios, casi no hace distinción. No obstante lo ponemos en apartado individual porque el uso que reserva a esta disciplina es distinto que el de la matemática o la astronomía. La ne­ cesidad, en este caso, es quizá mayor que en los otros, pues hace direc­ tamente a la recta comprensión del texto, y por lo tanto es esencial no sólo para determinar el «sentido literal» sino sencillamente para enten­ der qué dice el texto. Notemos, de paso, que «sentido literal» y com­ prensión del texto no son lo mismo, aunque sí muy próximos; por ej., saber que el Jordán es un río y no un monte o una ciudad y que queda en Palestina y no en Egipto, es esencial para comprender (semántica­ mente) la narración del paso del Jordán; saber si Cristo murió en el décimo cuarto o décimo quinto día del mes lunar de abril no es esen­ cial para entender el texto, pero integra su «sentido literal». Hoy com­ prendemos todo esto perfectamente, porque estamos familiarizados con el uso de mapas y esquemas geográficos, y nuestro conocimiento al res­ pecto es amplio. Pero en el s. X III, cuando muy pocos tenían acceso directo a esos lugares, y las informaciones eran escasas y llenas de fan­ tasía, la propuesta de Bacon aparece como muy pertinente y sensata. Y curiosamente, opina que es la ignorancia de la geografía estricta lo que lleva a formular interpretaciones espirituales equivocadas. Pues acepta el principio de que las cosas materiales son reflejo de las espi­ rituales, como era común en todos los representantes de su Orden. Luego, las realidades geográficas (desierto, sequedad, río, humedad,

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