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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 273 2? Astronomía Bacon fue un experto astrónomo en su tiempo. Su afición por esta disciplina es notable, y nada tiene de extraño que encontrara a cada paso importantes aplicaciones a la exégesis, pues la tenía siempre pre­ sente. Incluso compuso varias obras específicas de real importancia en su tiempo. Para comprender el uso que hacía de ella en exégesis, di­ gamos primeramente que no hay una clara distinción entre astronomía (ciencia descriptiva del comportamiento de los cuerpos celestes, me­ dición de distancias y predicción de fenómenos) y astrología (estudio de las influencias astrales sobre los cuerpos sublunares y sobre el com­ portamiento humano individual y colectivo). Ambas ramas eran teni­ das por científicas, no solamente por él sino por todos sus contempo­ ráneos. No parece verdad que las condenaciones sucesivas, durante to­ do el s. X III, a obras que tenían elementos astrológicos, se hayan de­ bido al rechazo de la astrología, sino que eran condenadas menos por sus predicciones (generalmente desacertadas) que por lo que tenían, o presumían, de mágicas. Tendremos que volver sobre este particular al analizar el uso de la alquimia en la exégesis. Por ahora basta con sepa­ rar los campos, y afirmar, sin mayores precisiones, al momento inne­ cesarias, que astronomía y astrología formaban una cierta unidad dis­ ciplinaria considerada igualmente científica 10°. Considerando entonces tal unidad, tenemos tres funciones funda­ mentales que Bacon asignaba a la astronomía: 1.° Determinación exacta de las fechas bíblicas o ligadas a la his­ toria sagrada. 2.° Necesidad de corregir el calendario, y con él las fechas sa­ gradas. 3.° Uso de la astrología para explicar algunos sucesos bíblicos. Como se aprecia, la primera función es de tipo histórica, es decir, para conocer con certeza cuándo sucedieron determinados eventos. La segunda es programática: la reforma del calendario permitirá en el fu- 100. En efecto, los tratados de comienzos del s, XIII son recepción di­ recta de las obras árabes de los dos siglos anteriores, donde tales materias se mezclaban y de allí pasaron a la latinidad. Pero durante todo este siglo las autoridades eclesiásticas comenzaron a discernir lo que hubiera en ellos de peligroso o condenable, sobre todo en cuanto pudiera relacionarse con la magia, materia de especial preocupación eclesiástica.

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