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272 CELINA A. LERTORA MENDOZA exegética. Algunos autores han insistido en que estas elucubraciones más o menos místicas demuestran precisamente el escaso rigor cientí­ fico de Bacon, y su adhesión a las fórmulas exegéticas y piadosas que corrían en su época". No obstante, creemos necesario rectificar par­ cialmente esta opinión, y esto, no tanto desde la Teología (pues evi­ dentemente la intención y la finalidad baconianas eran sobre todo teo­ lógicas) sino desde el método científico mismo que él propone. Porque en otras partes de su obra es muy explícito en ese punto, y entendemos que pasos difíciles, como el que citamos, deben entenderse a la luz de toda la obra, y no sólo de un capítulo. En sus obras científicas Bacon propone metodologías específicas para cada ciencia, y no hace mención de contenidos teológicos que se incluyan, por derecho propio, en las mismas. Por lo tanto, creemos que cuando generaliza la importancia de la teología con relación al cuerpo total del saber humano, sus afir­ maciones deben entenderse más en sentido retórico que real. Son como ciertas metáforas o analogías que permiten una comprensión más pro­ funda de los hechos que estudia la ciencia, pero en realidad no ha pre­ sentado ningún caso (ni siquiera el citado como ejemplo, y eso es ob­ vio por su misma lectura) en que un dato revelado, por sí mismo y sin previa revisión científica, haya constituido una hipótesis en la construc­ ción de una teoría. Podemos concluir, por lo tanto, que para Bacon la ciencia ayuda a la exégesis de manera directa, pero la exégesis (o la teo­ logía bíblica, pues él no distingue entre ambas con nitidez) ayudan a la ciencia sólo indirectamente, a nivel subjetivo y ocasional. En cuanto a la tercera función que otorga a la matemática, servir de ayuda a la música sagrada, como obviamente excede el punto exegé- tico, que nos interesa, y además tampoco está desarrollada en forma sistemática (Bacon no escribió obras sobre música sagrada) lo omiti­ mos, para pasar a la astronomía, ciencia que, siendo descriptiva, hace un uso fundamental del cálculo matemático. 99. Así, por ejemplo, opinan Thorndike, Easton y otros, con diferentes matices. Todos coinciden en que subjetivamente Bacon no pasó de ser un medieval teocéntrico y místico, como muchos franciscanos de su tiempo. Es claro que estos juicios se emitieron sobre todo para balancear los excesos admirativos de los positivistas. Por tanto, se los puede sopesar a su vez desde un punto de vista más equilibrado.

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