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262 CELINA A. LERTORA MENDOZA es sólo un método exegético, es también una forma de comprender la realidad, incluso usando (y abusando) de los datos científicos. No sólo Bacon, sino Grosseteste 90, Tomás de Yo rk91, Juan Peccam 92 y Ricardo de Mediavilla 93 han hecho uso de este tipo de razonamientos por ale­ goría, en obras que son curiosa mezcla de datos científicos e intentos exegéticos. La particularidad de Bacon es que quiere justificarlo me­ diante un postulado general, y además sistematizarlo explicando clara­ mente en qué consiste la adecuada aplicación de cada ciencia a la exé- gesis. Esta posición podría parecer a primera vista un exceso pernicioso sobre actitudes de algún modo anacrónicas en pleno s. XIII. Sin em­ bargo, bien mirado, creemos que la situación es la inversa. Justamente porque Roger observaba la anarquía y arbitrariedad con que sus con­ temporáneos usaban de estos métodos (por no decir sus -antecesores, a los que tampoco tiene demasiada estima), es por lo que quiere encua­ drarlos sistemáticamente, para evitar esos abusos. Aunq,ue una lectura superficial pueda dejar la impresión de una exégesis absurda e hiper­ trofiada, mirando más profundamente se aprecia el intento científico —todo lo rudimentario e insuficiente que se quiera— que estaba en su base. Con estas premisas podemos encarar, brevemente, el análisis de las proposiciones baconianas sobre el estudio de las ciencias como mé­ todo de comprensión de la Escritura. Los textos sobre este particular son muchísimos. Prácticamente los tres Opu s tienen esta finalidad, y 90. Como ejemplo podrían citarse muchos pasajes del Hexameron en que ce buscan concordancias teológico-científicas, y también en la Reseratio sobre el De divinis Nominibus. El minúsculo tratado Quod homo sit minor mundus también puede ubicarse en esta línea argumentativa. 91. En su Comentario al Eclesiastés , del cual se tienen sólo referencias de segunda mano, al parecer utilizaba esta práctica, pero en todo caso en varios pasajes del Sapieníiale hay alguna aplicación analógica, aunque más bien in­ cidental. 92. En su obra la distinción entre lo científico y lo teológico está más marcada que en sus antecesores; no obstante, hay algunos ejemplos del uso de analogías en sus comentarios bíblicos y en Super Magistrum Sententiarum, comentario a la obra de Pedro Lombardo. En cambio, es menos propenso a ello en las obras más polémicas, como Canticum pauperis y Defensio fratrum mendicantium que escribió como aporte a la controversia entre seculares y reculares mendicantes, sumándose a los defensores de estos últimos, como también hicieron en su momento San Buenaventura y Santo Tomás. 93. Aunque menos que en los anteriores, hay también algunos rasgos in­ cidentales de estas adecuaciones en De gradu formarum; pero ya es el fin del siglo y las nuevas tendencias más sistemáticas pesan sobre el estilo y la es­ tructura de las obras.

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