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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 367 ritos y hasta de su lengua. Pero debieron pasar varios siglos, y llegarse a la conquista de tierra muy diferentes, para que se viera la necesidad de adecuarse al recipiendario, y de variar las formas de transmisión del mensaje; vista desde una perspectiva más lejana, la propuesta de Bacon resulta una verdadera anticipación, aunque él la pensó para pueblos muy distintos de aquellos que fueron al fin los destinatarios de sus pro­ pugnadas reformas: Nam multi Graeci et Chaldaei et Armeni et Syrii et Arabes et aliarum linguarum nationes subjiciuntur Ecclesiae Latinorum, cum quibus mul­ ta habet ordinare et illis varia mandare. Sed non possunt haec recte pertractari nec ut oportet utiliter nisi Latini sciant linguas earum. Cujus signum est quod omnes dictae nationes vacillant fide et mori- bus, et ordines ecclesiae salutares per sincerum non recipiunt in lin- gua materna. Unde accidit quod apud tales nationes sunt mali Chris- tiani et ecclesia non regitur ut oportet (Opus Maius, III: Bridges I, 95) (Cfr. III, 118). Como podemos apreciar, las propuestas baconianas constituyen un conjunto bastante heterodoxo de cuestiones, algunas que se quedan más acá de la teología y otras que la exceden y atienden a problemas concretos de la vida eclesiástica. No obstante, su núcleo central es cla­ ro, y evidencia por una parte su adhesión a la tradición oxoniense, en su tiempo ya cuestionada, y por otra, un sincero deseo de modificación de las estructuras que tenía presentes. Por eso se explica su machacona insistencia, sus repeticiones de la misma idea en varias redacciones y la diseminación de los postulados operativos en medio de disquisiciones más teóricas. Este desorden no es, empero, producto de falta de habi­ lidad para componer su pensamiento, como han opinado algunos, a la ligera. Bacon era muy sistemático cuando se lo proponía. Pero aquí el sistema no es el ya estereotipado de la ciencia o la filosofía, no es el «quaeritur an» ni la descripción matematizada de fenólmenos astronó­ micos, geográficos o biológicos. Aquí el sistema está dado por la tradi­ ción victorina a la que se pliega. Si fuera un estilo de todo el pensa­ miento baconiano, todas sus obras serían semejantes; pero no es así. Entonces hay que concluir que en los Opus y los Compendium ha bus­ cado deliberadamente una forma «de conversación» o «de discurso», más apta a lo que quería expresar, y más acorde con su misma tradi­ ción teológica.

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