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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 353 no se rebeló contra sus encierros, aunque habló y dijo sus verdades siempre que p u d o 150. 3.2. Las propuestas bacornarías La teología bíblica era para Bacon el instrumento adecuado a un fin muy preciso: la reforma de las estructuras eclesiásticas y la vida religiosa. Esta nueva etapa permitiría readquirir la sabiduría objeto de la revelación primordial, religiosa y no laica, y a la cual todo debe subordinarse: (...) manifestum est quod omnes philosophi infideles et poetae et Si- byllae et quincunque sapientiae sunt dediti, inventi sunt post philoso- phos veros et fideles, qui fuerunt Seth et Noe cum filiis suis, quibus 150. Sobre los caracteres de la prisión baconiana y su actitud frente a las órdenes de sus superiores, hay diferentes interpretaciones. Algunos, sobre todo los más anticlericales, insisten en una especie de «martirio» científico, pues condenan ya el mero hecho de limitarle la enseñanza y la posibilidad de dar a conocer sus obras. Pero también quizá se ha exagerado su rigorismo. P. F eret es uno de los más fuertes impugnadores de las interpretaciones mar­ tiriales. Cuando se ocupa de Bacon en su obra La faculté de Théologie de Paris et ses docteurs les plus célebres. Moyan Age (T. II, París 1895), se opone a las tesis de Hauréau y Hoefer, considerando que el primer encarcelamiento (antes del arribo al papado de Clemente IV) habría consistido sólo en la obli­ gación de no abandonar la residencia, y que de ningún modo puede admitirse que haya sufrido crueldad o carecido de alimentación suficiente (p. 337). En cuanto a la segunda prisión, que según Daunou y Hoefer fue muy rigurosa y duró catorce años, opina dubitativamente, pues se sabe que pudo seguir escribiendo, ya que de esa época data el De retardatione accidentium... (p. 362). Con todo, en esta obra matiza el juicio más radical de un artículo an­ terior: Les imprisonnements de R. Bacon, en Revue de questions historiques 50 (1891) 119-142, donde directamente niega la hipótesis de la segunda prisión. Modernamente el juicio más matizado lo dan F orest - G andillac y V an S teen - berghen en su Historia de la Iglesia de los orígenes hasta nuestros días, vol. El pensamiento medieval (Valencia 1974), donde se admite que en 1277, cuan­ do sus concepciones astrológicas fueron condenadas, estaba al menos inter­ dicto de publicar, y quizá debiera permanecer recluido. No obstante no tenía prohibido escribir, ya que responde a la condenación con el Speculum Astro - nomiae, que a su vez le causó nuevas dificultades (p. 348). En suma, es difícil saber exactamente cuáles fueron las condiciones de las llamadas «prisiones» baconianas; pero es claro que al menos tuvieron dos efectos seguros (prohi­ bición de enseñar y de publicar) y uno muy probable (reclusión), lo cual ya es suficiente para considerar que se le aplicó un castigo severo, teniendo en cuenta su condición de profesor y científico. Es natural pensar que no las aceptó en el sentido de no reconocerse culpable, pero tampoco tomó la de­ terminación de huir o desobedecerlas, como hicieron otros. Por tanto, la in­ terpretación que damos en el cuerpo nos parece válida, cualquier sea la hipó­ tesis sobre el alcance de dichas prisiones.

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