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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 335 A nuestro parecer, esta generalización se debe a que en estos varia­ dos pasajes, eí> interés de Bacán es el sentido literal y la necesidad de complementarlo con conocimientos científicos. La mayoría de las veces, pues, juega con la dualidad «literal-espiritual», sin hacer subdistin- ciones. Por otra parte, en varias ocasiones llama al sentido espiritual «mís­ tico», el cual no constituye una clase especial de sentidos, sino, a lo más, un modo más eminente y de intuición más elevada, de entender el sentido espiritual. Las denominaciones más «místicas» generalmente tienen que ver con las profecías: Et in huiusmodi consideratione mirabili notantur témpora secundum omnes status Ecclesiae usque in finem, et per quot centenarios anno- rum durabit quaelibet mutatio quae accidit Ecclesiae in decursu suo. Cui considerationi mirabili si prophetias et testimonia digna nectere- mus, possemus per Dei gratiam praesentire utiliter ea, quae Ecclesia recipiet tam in prosperis quam adversis (Opus Maius, III: Bridges III, 118; I, 95). Ateniéndonos ahora a ejemplos más concretos y sus sentidos, po­ demos hacer la siguiente enumeración, conforme a los posibles sím­ bolos. 1.°) Significaciones alegóricas de palabras comunes Cualquier palabra que signifique una realidad material puede ser interpretada en sentido espiritual. Ya indicamos el ejemplo de la frase de Cristo, donde «serpiente» y «paloma» tienen sentido analógico y en la interpretación espiritual funcionan como alegorías. Bacon no hace al respecto una distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues, como vimos, no se ocupa de una interpretación alegórica siste­ mática veterotestamentaria. Por lo tanto, admite que la interpretación de las palabras de Cristo, que ya son de por sí analógicas, tengan a su vez otro sentido analógico (la alegoría). Pero no sólo pueden tener esta interpretación analógica o metafó­ rica las palabras relativas a cosas materiales, sino incluso los hechos mismos narrados. Esto no está especialmente desarrollado, pues era materia común de la exégesis del s. X II, contra cuyos excesos reaccio­ naron los «literalistas» del X III. Quizá por esta razón Bacon no se ocupa de este punto.

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