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208 CELINA A. LERTORA MENDOZA De allí que la filosofía, las ciencias y aún la teología, en lo que tie­ ne de puramente especulativo, sean servidoras, instrumentos del homo viator, del que busca ante todo el camino de su salvación. Siguiendo esta línea, Bacon profundiza en la función sapiencial del intelecto a tra­ vés de la iluminación divina; ya Grosseteste tenía esta idea de ilumina­ ción reservada para el conocimiento de las verdades más altas, pero no la desarrolló explicitando sus relaciones. Bacon, en cambio, tiene toda una teoría de la «iluminación interior» que se basa en una gnoseología intuicionista, desplazando casi totalmente a la abstracción aristotélica. De este modo puede establecer una relación más estrecha entre los co­ nocimientos obtenidos por vía natural (iluminación interior) y los reci­ bidos por revelación. 3.°) Síntesis doctrinal jerárquica Ya dijimos que Bacon concibió el saber como una unidad jerarqui­ zada y ordenada a la Filosofía Moral. Si bien en ésto siguió las líneas generales de la corriente franciscana y aún de una tendencia patente en todo el medioevo, su matiz personal es tan acentuado que prácticamente convierte en anciilae a todas las ciencias, dejándoles sólo k independen­ cia de sus métodos. Por lo tanto, las conclusiones generales de las cien­ cias particulares se ordenan a las diferentes partes de la filosofía teórica y éstas a su vez se orientan a la práctica. Por eso la filosofía moral es la más alta de las ciencias, y así se explica la interrelación frecuente de diversas disciplinas que puede rastrearse en toda su obra. Las ciencias particulares (matemáticas, geografía, astronomía, gramática) no son «neutras» con relación al cuerpo total del saber, puesto que de ellas se sirve su parte más alta. Hay que destacar que en Bacon no está aún cla­ ra la idea de una distinción epistémica a partir de la diversidad de mé­ todos y objetos. Aunque los métodos de cada ciencia son obviamente distintos, la ciencia resulta una sola, y la superior subsume a la inferior en su aspecto más eminente. Por eso no podemos caer en el anacronis­ mo de interpretar a Bacon como si fuera un exégeta moderno, que hace uso exclusivamente instrumental de diversas metodologías científicas particulares (históricas, arqueológicas, lingüísticas, etc.); para él todos esos conocimientos constituían realmente un solo cuerpo de saber. Sin embargo, la importancia que les concedió a las metodologías particula­ res y su función en la labor exegética, son un anticipo valioso de las di­ recciones científicas posteriores. Además de este movimiento «aseen-

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