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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 321 El problema de las confusiones entre calendarios era bien conoci­ do en Oxford, donde una de las primeras preocupacione de Grosse­ teste, al copiar para la zona anglosajona los cálculos de eclipses sola­ res y lunares de los árabes (tomados en Toledo, hacia fines del s. X II) fue establecer un sistema de correspondencia entre los meses árabes y hebreos y los latinos, y los ciclos, sean diurnos o mensuales 134. Inclu­ sive todo el grupo, lo mismo que los toledanos, se ocuparon de la cues­ tión al tratar las posibles correcciones de los calendarios, y ello puede verse en los numerosos tratados titulados, justamente, Compotas, que se escribieron en la primera mitad del s. XIII. Pero los teólogos y exé- getas no parecían enterados de estas novedades, y a lo más solían re­ ferir las opiniones de alguna autoridad antigua, o indicar que se tra­ taba de «año», «mes» o «día» lunar, pero sin determinar exactamente las diferencias. Por lo tanto, esta propuesta de Bacon de corregir todos los datos escriturísticos conforme a las diferencias cronológicas es, has­ ta donde sabemos, una de las primeras que se hizo en el mundo cris­ tiano, y desde luego, la primera que quiso llevarse a término en su to­ talidad. La idea de «anotar» la Escritura con estos datos, de haberse cumplido, hubiera quizá abierto los ojos y agudizado más el espíritu exegético por lo que hace al sentido literal. Pero, como ya indicamos, no era éste, sino los otros, los que gozaban de la preferencia de los teólogos, empeñados en una lectura edificante, pero no crítica, de la Biblia. Como consecuencia de estas ideas, lanza Bacon otra, aún más ambiciosa, pero que en la práctica científica se estaba llevando a cabo en su tiempo: la reducción de todos los calendarios al Cristiano, me­ diante tablas o fórmulas que permitieran inmediatamente extraer las diferencias (Bridges I, 188-89). Si los teólogos, decía, poseyeran tablas de este tipo, no tendrían mayores dificultades ni deberían ser peritos en astronomía, para dar con el exacto sentido cronológico y literal de los textos. Por supuesto, como tantas veces pasa, la idea no cayó en saco roto, pues en ese mismo siglo se elaboraron varios sistemas, cada vez más perfeccionados, de transcripción de cómputos, y que son base 134. Hacia 1214 fueron copiadas en Oxford, algunas por Grosseteste mis­ mo, y otras por sus compañeros, las tablas de Toledo que se basaban en el sistema Ptolemaico. Como inmediatamente se advirtió la diferencia, se ela­ boraron tablas complementarias, varias de las cuales se conservan en el MS. Oxford, Bodl Savila 21, de principios del s. XIII. Desde entonces las medi­ ciones se hicieron más precisas, y cuando Bacon trabaja en su Compotus ya habían sido corregidos, según el uso latino, los cálculos de Albategue.

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