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314 CELINA A. LERTORA MENDOZA En este párrafo están señalados los sentidos en que los teólogos suelen interpretar las palabras divinas. Es decir, los «sentidos» de la Escritura son formas de significación, así llamadas por los teólogos, pero que se reducen a los modos de interpretación de los signos: na­ turalmente (y ello nos daría el sentido literal), y «convencional» o «ad placitum», lo cual, a su vez, puede tener otras subdivisiones, como sentido absoluto (por ejemplo sería el espiritual anagogico) o relativo (elespiritual alegórico). En suma, las palabras de la Escritura son sig­ nos y siguen sus reglas. Las reglas generales parael sentido bíblico es­ tán resumidas (en forma bastante desordenada) en el párrafo siguiente: Caeterum consideravi quomodo vox in Scripturae Sacra significai sen- sum spiritualem cum literali, et quibus modis signi; et quomodo sen- sus literalis significat spiritualem; et quomodo Vetus Testamentum est ságmim Novi; et quomodo sacramenta sunt signa; et multa inter- miscui difficilia; ut de lingua prima Adae et qualiter dedit nomina rebus (...) (Opus Tertium, c. 27: Brewer, 101), Las palabras de la Biblia tienen un sentido propio, o sea, una signi­ ficación que él llama antes «naturai» y que podríamos interpretar co­ mo equivalente a «unívoca» (usado también antes). Esta significación es la base del sentido literal. Luego veremos que se incluyen en él los conocimientos o datos relativos a esta significación natural o unívoca de los términos. Por ahora, en el terreno puramente semáintico, sen­ tido literal es la significación unívoca de los términos escriturísticos. Ahora bien, este sentido literal es a su vez signo de otras realidades es­ pirituales. Por consiguiente, todo lo que no es sentido literal, es signi­ ficado por el sentido literal y es sentido espiritual. Pero hay diversos modos de significación. Así, en un sentido todas las palabras de con­ tenido vulgar pueden aplicarse a las realidades religiosas o morales (sentido moral o espiritual estricto). En otro sentido, puede entenderse todo el Antiguo Testamento, o parte de él, como una alegoría del Nue­ vo, y entonces cada pasaje, o personaje, o enseñanza del Antiguo Tes­ tamento es signo de una realidad correlativa en el nuevo, es decir, en la vida de Cristo o de la Iglesia, y aún anagogicamente, es decir, en lo relativo a la Iglesia triunfante o celestial. Esto, por lo que hace a una justificación en general de los sentidos. Vemos, pues, que no puede hablarse propiamente de cuatro (o más) sino estrictamente de dos, ateniéndonos a una teoría general de la sig­ nificación: pues o las palabras se toman en sentido unívoco, es decir,

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