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310 CELINA A. LERTORA MENDOZA no es sino escrutar en las palabras reveladas, el sentido de verdad que es aplicable a toda la realidad: Sed tota philosophiae intentio non est nisi rerum naturas et proprie- tates evolvere, quapropter totius philosophiae potestas in sacris literis continetur; et hoc máxime patet, quia longe certius ac melius et ve­ nus aocipit scripturas crea-turas, quam laibor phiilosophicus eruere (Opiis Maius, II: Bridges I, 4 * 3 )a El texto citado no significa que todas las verdades de la ciencia y del conocimiento humano estén explícita y formalmente contenidas en la Biblia. Este desmesurado pensamiento no fue sostenido jamás por nadie. Lo que Roger quiere decir, entre otras derivaciones de su idea de k revelación primitiva, es que en la Escritura se halla la razón o justificación más profunda y esencial de los fenómenos que podemos conocer, y que en ella reside justamente esa revelación inicial, de la cual han tomado sus elevadas ideas — cuando las tuvieron— los filó­ sofos paganos. Por tanto, la escritura puede leerse en diferentes pla­ nos, y esta posibilidad es el fundamento de la diversidad de sentido. Por consiguiente, la diversa lectura de la Biblia no es ocasión de confusión sino de complemento. Pero esto debe entenderse por rela­ ción al cuerpo total de los conocimientos humanos; no significa, por tanto, que la Biblia, en el estado actual de oscurecimiento mental, bas­ te por sí misma para proporcionar todas las verdades necesarias al hom­ bre. Al contrario, un sentido «plenior» (si se nos permite el término) de la Escritura, sólo puede lograrse si se incorpora a su significación literal no sólo el sentido espiritual sino también aquellos contenidos de verdad que provienen de la ciencia pagana (Bacon llama así al co­ nocimiento «laico», es decir, no inspirado en la revelación, indepen­ diente o ajeno a ella). Las verdades que el hombre puede alcanzar pro­ vienen todas en definitiva de un modo de revelación, por tanto forman una unidad, siempre que se mantenga la debida proporción y sobre to­ do, la finalidad, que es religiosa y no puramente teorética: Nullus enim auctor est quin praeter principalem intentionem aliqua incidenter recitet quae sunt alibi magis propria; et hujus causa est annexio scientiarum, quia quaelibet ab alia quodam modo dependet; sed omnis, qui debito modo tractat, debet quae sunt propia ei assig- nare, et quae necessaria et suae competentia dignitati, et ideo ubicun- que ea inveniat velut sua cognoscere, et tanquam propria habet ra- pere, et in locds propriis collocare. Propter quod philosophans Chris-

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