PS_NyG_1989v036n002p0195_0372

308 CELINA A. LERTORA MENDOZA por ej. la teoría de los tipos, o las interpretaciones no estrictamente metafóricas, pero no es así. Como ya tendremos ocasión de ver, el «sen­ tido literal» para Bacon es bastante restringido, y en lo esencial, coin­ cide con lo que la exégesis actual admite como tal. Como prolegómeno de estos dos polos interpretativos, una teoría general del sentido bíbli­ co, o sea, una justificación de la tarea exegética. 1.° El sentido El «sentido» de una palabra o un texto es la significación contex- tual, y, bajo otro aspecto, es el contenido cognoscitivo que nos trans­ mite. Utilizando la denominación de «especies», distingue dos tipos de ellas, que permiten definir dos modos del conocimiento humano: el conocimiento cierto, que procede a través de las «especies» (o im­ presiones mentales) adquiridas, y el conocimiento vago, que procede de «especies» innatas, pero no en el sentido cartesiano del término, sino en cuanto no han sido adquiridas por vía sensitiva 133. Las ideas correspondientes a las cosas espirituales son, pues, innatas en este sen­ tido. Ahora bien, la «especie» es puramente mental, pero tiene una contrapartida física, intersubjetiva, que es el término. El término no necesariamente es unívoco a la especie o concepto, sino que puede in­ dependizarse siguiendo otras reglas, que son las convenciones del len­ guaje. Por lo tanto, conocer el sentido de un término significa asignarle unívocamente un concepto, o una serie de ellos. Este procedimiento de asignación es la denominada búsqueda de significación. Ya hemos indicado que no es posible obtener la suma total de las significaciones de un término, porque sus imposiciones, es decir, sus usos contextúa­ les, pueden variar infinitamente. Sin embargo, ha de ser posible en cada caso detectar una o varias significaciones, principales o accesorias. Esta tarea debería ser elemen­ tal y sencilla, pero no lo es. Para Bacon, el pecado original ha tenido por consecuencia el oscurecimiento de la razón hasta el punto de tornar difícil la comprensión inmediata de los términos, es decir, que ellos no son ya primo et per se portadores de conocimientos, sino que pueden resultar confusos por las derivaciones subjetivas e imaginativas a que 133. Cfr. E. M accagnolo , Conoscenza, conoscenza della natura e condizio­ namenti della vita pratica in Ruggero Bacone, en La filosofia della Natura nel Medioevo, Atti del 3.° Cong. Int. di Fil. Med., Milano 1964, 420.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz