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ROGER BACON: SUS IDEAS EXEGETICAS 305 can, generalmente en orden alfabético, diversas palabras de la Escritura distinguiendo (de ahí el nombre) para cada una, sus diversos sentidos espirituales o simbólicos. Por ejemplo, «domus» en sentido literal es «casa», en sentido alegórico «la Iglesia», en sentido tropologico o mo­ ral «el alma», y en sentido anagogico «la gloria celestial». Pedro de Cela (o Celle) es, a su tumo, el prototipo de las labores de clasifica­ ción, pero también puede citarse a Garnier de Rochefort {muerto en 1202) de la orden Cistercense, a Alano de Lila y a las Distinctiones mo- m sücae inglesas, que carecen de todo fundamento histórico en la Es­ critura, y no fueron nunca generalizadas en la enseñanza oxoniense. Hugo divide el trabajo alegórico en dos formas, la analogía propia­ mente dicha y la anagogia 128 y en ello fue seguido por los Victorinos; la alegoría, en sus dos formas, pero sobre todo en la estricta, sigue a la interpretación histórica, y de allí toma su fundamento. Es en sín­ tesis, el mismo esquema que quiere mantener Bacon. Pero además, y siguiendo a Gregorio, no quiere olvidar el sentido moral y de allí que lo incorpore, un poco al margen de la alegoría y como siguiendo sus propias reglas. Ya veremos que Bacon no hace esta distinción, sino que admite que también la tropología es una forma de pensamiento analó­ gico o metafórico. Tenemos así los cuatro sentidos, y con ellos el plan exegético y teológico que desarrolla la escuela victorina. Los discípulos de Hugo son entre sí en parte semejantes y en parte diversos. Coinciden con su maestro en la moderación exegética, en el orden del tratamiento de los sentidos y en las reglas de «translación» que exigía el maestro. Pero sus matices los diferencian suficientemente como personalidades originales y dignas de estudio individualizado. Mas aquí sólo haremos referencia a los puntos de contacto, pues estu­ diamos la escuela victoriana en cuanto antecesora y modelo de Bacon. De Lubac ha distinguido dos grupos Victorinos: el primero constituido por los discípulos más cercanos: Ricardo, Andrés, Godofredo, Gautier, Garnier y Absalon. El segundo reúne autores más diversos, como Juan de Salisbury, Adam Scot y los «tres grandes de la sagra pagina», al decir de Chenu: Pedro le Mangeur, Pedro le Chantre y Esteban Langton127. Todos ellos continuaron con ía tradición de los cuatro sentidos, bien que poniendo el acento sobre uno u otro; pero con la característica común del fundamento en la literalidad (o sentido histórico, si se pre- 126. H. d e L u b a c , o . c ., 320. 127. íbid.y 361.

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