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304 CELINA A. LERTORA MENDOZA mada a la prudencia exegética, oponiéndose a la actitud excesivamente mística de San Bernardo, seguido por Gerhoh de Reichersberg y Ho- norio de Ginebra. Este llamado de Hugo, y luego de Ricardo, es un intento de volver a ía humildad de la razón, que es nuestra condición humana, y a la vezr significa un máximo respeto al misterio sobrena­ tural122. Partiendo de esta primera comprensión literal, y sin despre­ ciarla,. Hugo construye sus sentidos espirituales. Volveremos a encon­ trar en Bacán esta neta distinción entre letra y espíritu, proveniente de los Victorinos, y que había sido algo borrada en la tradición de los gregorianos. En realidad, ya Pascasio, comentando las Lamentaciones, había dado una interpretación literal, es decir, adecuada a la historia, y luego una alegoría y finalmente un sentido moral. He aquí una fuen­ te inmediata de Hugo m. Hugo sistematiza la búsqueda de los sentidos espirituales, dando a la operación la denominación genérica de demonstrado (terminología que Bacon abandona), que es efecto de una collatio, abarcante die fuen­ tes ideológicas diversas y operaciones mentales distintas. El acto propio del simbolismo, dicho de una manera un poco más precisa, es para Hu­ go la translatio, paso de lo visible a lo invisible a partir de una imagen tomada de las realidades sensibles. Es en realidad la metáfora, pero con las exigencias de un objeto trascendente, lo cual requiere un primer paso de rechazo del contenido propio de las imágenes empleadas (via negativa) y luego una fijación conceptual adecuada para representar de alguna manera el misterio 124. Este proceder exegético cuaja en dos tipos de obras, propias de la segunda mitad del s. XII (así como las Sentencias y las Quaestiones inauguran la nueva etapa teológica del s. XIII), y que son las Allego- riae y las Distinctiortes, que aunque ahora perimidas, tuvieron también su parte incluso en la formación de la teología escolástica 125. Las Ale­ gorías eran un tipo de exégesis que, fundadas sobre el proceso figura­ tivo a que hicimos referencia, sirvieron de modelo catequético y de tema de los tratados pre-escolásticos. Este parece continuar siendo el ideal exegético de Roger Bacon, que escribía en tiempos cercanos a su total desaparición. Chenu considera como típicas de este estilo las obras de Ricardo de San Víctor. Las Distinciones son repertorios que clasifi- 122. Ibid., 312. 123. Ibid., 319. 124. C fr. M.-D. Chenu, o . c ., 186. 125. Ibid., 197.

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