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296 CELINA A. LERTORA MENDOZA en su tarea, cualquiera sea la lengua. Pero el hecho es que Bacon daba por indubitables los manuscritos griegos y hebreos que conocía. Puesto que se produce esta extraña ambivalencia de juicio: crítica despiadada a los copistas latinos y absoluto silencio sobre los otros, creemos ati­ nado concluir que en los hechos no había discrepancias de manuscritos, al menos, que fuesen realmente significativas. Esta no es una hipótesis gratuita, y tiene alguna explicación. Se supone que Bacon conoció los textos antiguos en Oxford, donde se estaban traduciendo obras filosó­ ficas y teológicas, incluidos textos bíblicos, desde 1230. Ahora bien, una buena parte de estos textos, conforme ha podido establecerse, fue­ ron mandados traer de Grecia (o copias de ellos) por Roberto Grosse- teste, a quien ayudó en esta tairea Nicolás el Griego111. De allí que per­ teneciesen a su biblioteca varias obras griegas, hebreas y árabes, que fueron traducidas y copiadas durante su vida 112. Es decir, la cantidad de testigos de una misma obra griega, hebrea o árabe podía variar y de hecho variaba con el tiempo, al incorporarse nuevas copias o nue­ vas traducciones o correcciones, pero el número de textos-base perma­ necía más bien constante, y era muy escaso. En el grupo oxoniense, po­ demos suponer —dadas las características de las traducciones— que sólo se usó un documento original para cada obra. Por lo tanto, Bacon no tenía experiencia de posibles incorrecciones de los originales grie­ gos o hebreos y ni siquiera llegó a plantearse el problema. Conociendo su prurito de perfeccionismo, no es difícil colegir que hubiese aceptado también la necesidad de corregir las copias en lenguas bíblicas, si se notase en ellas ostensibles errores. Pero aparentemente ese no fue el caso. 111. Cfr. J. D undabin , Robert Grosseteste as Translator, Transmitter and Commentator. The Nicomachean Ethics , en Traditio 28 (1972) 462. 112. Entre las obras de su Biblioteca se contaban el De civitate Dei agus- tiniano, De consoíatione Philosophiae de Boecio, «1 Testamento de los Doce Patriarcas y una colección de Salmos, junto con otras obras, como el Lexicon de Suidas y varios tratados del Estagirita, también en griego. Parte de este material fue conservado en el Convento Franciscano de Oxford (Cfr. R W. H un t , The Library of Robert Grosseteste en R. Grosseteste scholar and Bishop, Oxford 1961, 121-145). Hacia 1242 Mateo de París había entregado a Grosseteste una copia griega del Testamento de los Doce Patriarcas, que, jun­ to con otras obras, fueron traducidas con la ayuda de Nicolás el Griego (Cfr. D, A. C allus , Robert Grosseteste as Scholar, en R. Grosseteste Scholar and Bishop..., 61). Además él mismo tradujo el De fide ortodoxa de Juan Damas- ceno y revisó ciertas traducciones (parciales) del corpus del Pseudo Dionisio {Ibid., 46-57).

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