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294 CELINA A. LERTORA MENDOZA En esta eliminación de errores deben tenerse en cuenta las mismas reglas que se dieron con ocasión de exponer la necesidad del estudio de la gramática, pues, como ahora vemos, ese paso no constituía en realidad, sino el primer escalón de la exégesis. Pero ateniéndonos aho­ ra exclusivamente a la función exegética, podemos sintetizar en los si­ guientes puntos, los principios que propone Bacon para la comparación y eliminación de errores: 1.°) Atender a la lengua original del texto, que es la única válida para efectuar comparaciones. Por tanto, para el Antiguo Testamento, salvo los libros de los que no tenemos texto hebreo, ésta es la única base de comparación. Otras traducciones, por antiguas y venerables que sean, incluyendo Septuaginta, sólo valdrán como argumento de congruencia, pero nunca en contra. Este principio está implícito en su crítica a las versiones latinas, particularmente la Vulgata parisina {Opus Tertium, c. 25: Brewer, 93-94), en su oposición a las correcciones «ad sensum» sin tener en cuenta el original (Opus Minus: Brewer, 333- 334), y en el comienzo de la Tercera Parte del Opus Maius, dedicada a la gramática y su utilidad para el estudio de la Sagrada Escritura, don­ de insiste en la necesidad de leer los originales cuidadosamente y corre­ gir por ellos, citando numerosos ejemplos a continuación. 2.°) Dentro de una familia de lenguas (griega y semítica) hay que atender también a las diferencias entre ellas. Esto sucede particular­ mente con el hebreo y el caldeo (así llamado, es decir, el arameo). Re­ cuerda, como ejemplo, que Jerónimo afirma en su prólogo al libro de Daniel, que éste y Esdras escribieron en arameo con letras hebreas, y lo mismo un paso de Jeremías, que los teólogos modernos equivocada­ mente identifican con las Lamentaciones. Esto muestra que hay que distinguir las variantes dentro de la misma familia lingüística, para ob­ tener una adecuada versión: Et certum est quod Chaldaeus et Hebraeus habent eadem linguam sed diversum idioma, sicut Gallicus et Picardus; idioma enim est proprie­ tas linguae apud aliquam nationem determinatam. Unde Hebraeus di- cit Heloim pro Deo vel Diis, Chaldaeus dicit Heloa, et pro cáelo vel caelis dicit Hebraeus Samaim, Chaldaeus Samaa, et pro non Hebraeus dicit lo, Chaldaeus vero dicit la ; et sic in aliis diversitatibus acciden- talibus e.jusdem linguae diversificantur (Opus Maius, III: Bridges I, 89).

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