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106 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ Sócrates: Y si toca una cosa, toca algo, y por lo tanto toca una cosa que es. Teeteto: También esto es cierto. Sócrates: Y si formula un juicio, el juicio es acerca de algo, ¿No es así? Teeteto: Necesariamente. Sócrates: Y cuando piensa acerca de algo, ¿piensa acerca de una cosa que es? Teeteto: Sí. Sócrates: De modo que pensar acerca de lo que no es, es no pensar acerca de nada. Teeteto: Sí. Sócrates: Pero seguramente pensar acerca de nada es no pensar en absoluto. (Platón, Teeteto , 188c-189b) El problema, pues, lo propone Platón aproximadamente en los siguien­ tes términos: «al formular un juicio, afirmamos algo de algo o de alguien que deben existir, porque, si no fuera así, no afirmaríamos nada. No afir­ maríamos en absoluto. Pero la afirmación se da y tiene sentido». En conse­ cuencia, aplicando esta manera de ver al ejemplo «el rey de la Argentina es calvo», tal rey debe existir ya que de él afirmamos la calvicie y tal afirmación posee sentido. ¿Cómo podríamos formular un juicio con senti­ do sin un sujeto existente al que se atribuye un predicado? El razonamien­ to platónico contrapone la nada al ser y parece identificar a éste con «exis­ tir». Todo se resumiría en un planteamiento metafísico muy acorde con la correlación griega entre idea y realidad: «el no ser de alguna manera tiene que ser; de lo contrario, ¿qué es lo que no es?». Según esta forma de argumentar, existirá —deberá existir— un rey de la Argentina , pero, lo que es más grave, se hará posible poner en el ser —existencia— objetos compuestos de notas contradictorias como el «círculo cuadrado». La Meta­ física, entonces, quebrantará su principio fundamental de identidad o coherencia de cada ente consigo mismo. Por otra parte, la existencia de entes como «el rey de la Argentina» o «el círculo cuadrado» presentan un nuevo problema, cuando su función de sujeto la ejercen en oraciones exis- tenciales negativas. Así, «el rey de la Argentina no existe» o «el círculo cuadrado no existe» predica la no existencia de aquello que, según Platón, existe. Por ello, se tratará siempre, en este caso, de oraciones falsas. Todas las oraciones del tipo «A no existe» serán necesariamente falsas, pues «si A no existe», ¿acerca de quién afirmo que no existe? ¿No lo afirmo de

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