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SIGNIFICADO Y REFERENCIA 139 capacidad fabuladora, se inventan mundos. La palabra literaria —poética en el sentido griego generativo de «poiesis»— en la medida en la que habla crea mundos en donde las expresiones poseen signficado interno. Gozan de la función signitiva inherente a todo lenguaje. Denotan y conno­ tan entes ficticios con el decir de éstos, coherente o incoherente según las reglas de la invención impuestas por su autor. No es, pues, que el discurso literario no tenga referencia. La tiene, pero de índole imaginaria. Recono­ cer estos mundos e interpretarlos adecuadamente es tarea del lector. Realidad física, entidades abstractas —universales, número y figura geométrica— y entes de ficción configuran de este modo la conversación humana y la hacen posible. El desarrollo del diálogo, además, se mueve en vaivén articulado que revela su historicidad. Los hablantes entran en el juego del coloquio armónicamente y siguiendo un orden lingüístico. Si así no fuera, la comunicación humana se degradaría convirtiéndose en algazara ininteligible, pura algarabía de voces sin sentido. Entre el antes expresivo del ser del hombre y su después expositivo, transcurre su realización onto­ logica en su doble dimensión metafísica (ontos) y lógica (logos). Esta reali­ zación se fundamenta en la temporalidad del paso del silencio y mudez a la palabra. Antes hubo vacío, nihilidad. Después aconteció la expresión exposivitva del ser. En la del hombre, para que sea genuina y auténtica, se exige la libertad. Toda conversación cae en el ámbito de la voluntad que opta entre los diversos sentidos. Unos son significados y otros quedan al margen de la construcción de la persona. Esta es propietaria anticipada de su destino y del modo de llevarlo a cabo. Desconocer tal situación y pre­ tender mediante la dominación y el poder —de cualquier tipo que sean— hacer callar la palabra expositiva del ser del hombre que se construye en diálogo es pecar contra la historia. Es destruir o, cuando menos, retrasar el progreso en la realización del mundo del hombre, al devorlver a éste a la cárcel del silencio, de la mudez ontologica. Según las reflexiones anteriores, la Filosofía del Lenguaje pone de relie­ ve una doble referencia. La de la palabra segunda, que no es hombre y que simplemente «refiere, relata y remite» a la Palabra Primera. Y la de la palabra segunda, que es hombre, y que, configurada en estructura conver­ sacional o dialógica, denota y connota esencias y entes físicos. Y esto, porque la función hermenéutica humana es la de aprehender el sentido del universo todo y decirlo con «logos». El mundo del hombre, así, abarca referencialmente, connotándolos, el mundo físico, el de las entidades abs­ tractas y el de los entes de ficción. Vicente MüÑIZ RODRÍGUEZ Universidad Ponfificia de Salamanca

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