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136 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ mundo físico a otro ideal, fabricado y elaborado por la mente humana. En cambio, los números y las figuras geométricas son entidades no abstractas, no universales, que no dependen bajo ningún respecto de la mente. Se trata de un mundo que a ésta se le ha dado y que se le impone organizado en sistema, cuyo funcionamiento el hombre aspira a descubrir. Los núme­ ros y las figuras geométricas gozan de realidad propia, no subordinada al pensamiento humano. Igual que las cosas que vemos no existen a causa de nuestra mirada, números y figuras geométricas no son tales porque las convirtamos en objeto de nuestra razón. Aunque la humanidad desaparez­ ca, ellos serán siempre, ya que necesidad y atemporalidad son notas intrín­ secas y distintivas de su ser. En segundo lugar, más importante que la necesidad y la atemporalidad es, sin embargo, la relación cognoscitiva que guardan con las realidades del mundo físico. Las leyes que rigen a éstas y que nos revelan su compor­ tamiento son de índole matemática y geométrica. Por lo menos es así como respoden a la pregunta cuántica científica. Ya en la antigüedad griega, los pitagóricos pusieron en evidencia esta relación, cuando calculaban la altura de los tonos por la longitud de las cuerdas y determinaban de forma mate­ mática los movimientos de las estrellas en el cielo. Hasta tal punto estas consideraciones influyeron en su filosofía que llegaron a conceptuar a los números como elemento constituyente de la esencia de las cosas, el princi­ pio —arjé— de su naturaleza. Tras diversas vicisitudes, esta elucidación clásica ha venido a ser funda­ mento de la ciencia natural exacta en la modernidad. Conviene, por ello, percatarse de algunos contenidos que entraña esta relación cognoscitiva entre mundo físico y mundo matemático-geométrico. Entre estos conteni­ dos conviene destacar los que pueden ser calificados como de índole legis­ lativa del ser físico. Así, por ejemplo, es un dato empírico el que las leyes matemáticas que rigen nuestro cálculo están impresas en la interioridad de los objetos materiales. No las pone en ellos nuestra razón, sino que las descubre en su misma naturaleza al analizar su comportamiento. De otro modo no sería posible el control que la ciencia ejerce sobre la realidad física en beneficio del hombre. Esta legislación matemática, sin embargo, no se presenta como único modelo ejemplar necesario de todo lo corpó­ reo. No repugna a la razón el que puedan existir otros mundos no sujetos a su imperio. El número y la figura geométrica, pues, son en sí , indepen­ dientemente de su relación actual con los entes materiales del mundo nues­ tro. Si el científico se esfuerza no en «inventar» sino en «descubrir» el cosmos matemático-geométrico es, precisamente, porque reconoce a través de la experiencia múltiple que sus leyes son las que gobiernan, en concreto,

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