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130 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ En segundo lugar, debe definirse qué es lo que se entiende por «término en S», «fórmula en S» y «sentencia en S», señalando el modo de combina­ ción de los signos para la construcción de expresiones correctamente for­ madas, sean atómicas o moleculares. Y, por último, en tercer lugar, se ha de llevar a cabo también la definición de «designación de individuos en S», y «designación de atributos primitivos de grado n en S». Por otra parte, en conexión con el concepto de «designación» se diluci­ da la «determinación en S», mediante la cual se indican qué entidades se especifican en las proposiciones funcionales y qué atributos se precisan en las funciones proposicionales. De aquí deriva lo que Carnap denomina «condición satisfactoria». Por ejemplo, se dice que un objeto x satisface una sentencia o función sentencial de una variable dada, si y solamente si x posee la propiedad que esta sentencia o función sentencial determina. A todo esto, deben añadirse las «reglas de valores» y la definición de «verdadero en S». Las reglas de valores indican el ámbito de las variables o su universo de discurso. La definición de «verdadero en S», en cambio, nos enumera las condiciones necesarias y suficientes para que se pueda aplicar a una sentencia el predicado metalógico de «verdadero». Carnap tiene, ante los ojos, el cálculo proposicional de dos valores o bivalente: toda sentencia necesariamente ha de ser verdadera o falsa. Y examina si dicho cálculo puede ser una formalización completa de la Lógica. Con este fin, lo interpreta desde la semántica, comprobando, así, que contiene en su sistema todas las proposiciones lógicas que intenta representar. Basta, para conseguir esto, aplicar las reglas de designación semántica, que indican las entidades a las que se refiere el cálculo, y las reglas correspondientes de verdad. Como puede observarse, el significado, en esta versión referencial car- napiana, queda reducido a su pura dimensión lógica. Y remite a un mundo construido por medio de la lógica, método de la ciencia y de la filosofía científica. La Lógica, además, es instrumento de unificación de las diversas ciencias. Al fondo, se vislumbra la teoría fisicalista y la concepción del universo como atomismo lógico. Conviene, ahora, una vez expuesta la doctrina referencial del significa­ do en algunas de sus versiones más importantes —lingüísticas y filosófi­ cas—, insistir en su insuficiencia explicativa de ciertos datos. Las paradojas de la denotación y de la predicación, la no existencia, a veces, de entidades a las que puedan referirse ciertas expresiones que, sin embargo, todos comprendemos, configuran de manera global el muro ante el que la refe­ rencia se ve obligada a buscar ayudas elucidadoras en otras áreas del cono­ cimiento humano.

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