PS_NyG_1989v036n001p0101_0139

12 8 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ cas y gramaticales correctas, puede llegarse a proposiciones sin sentido en virtud de que su contenido es inverificable. Del pasaje heideggeriano se subraya la siguiente estructura: «Cuál es la situación en torno a la nada?... La nada nadea». Carnap propone en dos columnas los posibles tipos de respuesta: «¿Qué hay fuera?» I II 1. Afuera hay lluvia. 1. Afuera nada hay. 2. La lluvia llueve. 2. La nada nadea. De estas dos columnas, sólo la I se atiene a la corrección tanto grama­ tical como lógica. Pero ello da pie a la formación de otras proposiciones en II, carentes de sentido y que, en consecuencia, ni siquiera son expresa- bles en un lenguaje lógico. La sintaxis gramatical de «afuera hay lluvia» es plenamente correcta, pero hace posible la construcción sintáctica «afuera nada hay», que carece de significado. Y esto, porque «nada» no es término que pueda derivarse o retrotraerse a expresión alguna ligada con la expe­ riencia. O lo que es lo mismo, «nada» no puede ser controlado ni verifica­ do. Y, al no poder serlo, pierde cualquier interés científico. Por igual mo­ tivo, la proposición «la nada nadea», aunque construida en conformidad con la estructura sintáctica de la «lluvia llueve» —expresión analítica o tautológica—, resulta también sin significado científico. Es pura poesía. Pero a la poesía no se le pregunta si es o no verdadera. Sencillamente, decimos que nos agrada o nos desagrada. Los problemas metafísicos y filo­ sóficos son, para la doctrina carnapiana, todos de índole retórica y poética. Los filósofos, del mismo modo que los poetas, sistematizan elucubraciones que obedecen a estados emocionales frente a la vida. Según esta visión de las cosas, como ya se indicó al exponer la concepción del lenguaje ideal perfecto, la filosofía debe ser sustituida por la lógica de la ciencia. Es decir, por el análisis lógico de los conceptos y enunciaciones de las ciencias que, fundamentalmente, consiste en la sintaxis fo rm a l de su lenguaje. Sin embargo, más tarde, hacia 1942, se observa en Rudolf Carnap un cambio. Del enfoque, hasta ahora defendido, eminentemente sintáctico pasa a otro de naturaleza semántica del que da testimonio en su obra In trodu ction to Semantics. Es éste, para nuestro propósito, el punto siguien­ te que debemos tratar.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz