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SIGNIFICADO Y REFERENCIA 119 creto del lenguaje y del mundo. Con este fin, el Tractatus establece un isomorfismo entre mundo, figura lógica y signo proposicional. Realidad y lenguaje poseen en común, para que la representación sea posible, la forma o figura lógica. «La figura puede figurar toda realidad de la cual tiene la forma» (2.171) y «lo que cada figura, de cualquier forma, debe tener en común con la realidad para poder figurar por completo —justa o falsamen­ te— es la forma lógica, esto es, la forma de la realidad» (2.18). Ahora bien, para que la relación figurativa se actúe, los nombres de las proposiciones han de gozar de la misma multiplicidad y el mismo orden que los objetos del mundo. Todo lenguaje significativo es analizable hasta llegar a «propo­ siciones elementales» que se definen como una «concatenación de nom­ bres». Y por nombre, se entienden los nombres propios lógicos. Un nom­ bre, así, es un signo que designa aquello de lo que es nombre, se refiere a un objeto del hecho atómico y no a otro. Se da, pues, entre hecho atómico y proposición simple el mismo tipo estructural. Por ello, la proposición simple figura, pinta o refleja el hecho atómico. En este punto, no puede pasarse por alto el contraste entre nombre y proposición, de modo particu­ lar si se tiene en cuenta la doctrina de G. Frege con la que el pensamiento de Wittgenstein guarda cierta conexión. Para G. Frege tanto los nombres como las proposiciones tienen sentido y referencia. Pero en Wittgenstein, aunque admite esto, realiza un cambio. La referencia de los nombres, ele­ mentos simples de sus proposiciones, son los objetos de su ontología. Y la referencia de las proposiciones son los hechos atómicos, los estados de las cosas. Por ello, los nombres no tienen sentido propiamente, a no ser en tanto en cuanto están dentro de una estructura o combinación. Lo mismo sucede con los objetos de un hecho atómico. El sentido de una proposición es, así, su acuerdo o desacuedo con las posibilidades de existencia o no existencia del hecho atómico (4.2). En conformidad con esta visión del lenguaje y del mundo, Wittgenstein distingue con nitidez entre decir y mostrar. El lenguaje dice a través de su función declarativa o descriptiva, pero ostende o muestra lo que no puede ser dicho, sino solamente refleja­ do, por no existir correlación entre expresión lingüística y contenidos exte­ riores al mismo lenguaje. Por este motivo, la estructura lógica de una pro­ posición, esencial para que pueda ejercer su función figurativa, es una propiedad interna que únicamente puede ser mostrada. Y se refleja en la misma proposición que la ostende y que la posee (4.121-123). La forma lógica, la posibilidad de estructura, entonces, en cuanto homologación posi­ ble entre hechos y proposiciones nunca puede ser dicha, sino solamente ser mostrada. La proposición, en el Tractatus , es una imagen de la realidad y, para serlo, no puede ser el nombre de un objeto, según pensaba G. Frege,

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