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SIGNIFICADO Y REFERENCIA 117 con las palabras que carecen de referencia, como son las preposiciones? Porque no es lo mismo decir: «voy por el parque», «voy hacia el parque», «voy cabe el parque». Por, hacia, cabe no tienen realidad alguna a la que remitan y, sin embargo, dan un significado a la oración en que van, diferen­ ciándola de otras. Por otro lado, puede suceder que exista una idéntica referencia y un significado diverso. Piénsese en expresiones como: «la viu­ da de J. F. Kennedy» y «la viuda de Onassis»; el fregeano «lucero vesper­ tino» y «lucero matutino»; «la capital de Alemania Federal» y «la ciudad natal de Bethoven». Al contrario, se puede dar también un mismo signifi­ cado y distintos referentes. Así, en los pronombres —utterance— que con igual significado cambian su referencia según sea el sujeto que pronuncia la fonación «yo», «tú», «él». Para eludir estas objeciones, algunos pensadores han retrotraído el pro­ blema. El significado de una expresión, entonces, en vez de ser la referen­ cia entre palabra y cosa quedaría definido por la relación entre dicha ex­ presión y su referente. Ejemplo de esta formulación la encontramos en B. Russell: «cuando preguntamos qué constituye el significado, pregunta­ mos no por el objeto o individuo significado, sino por la relación en virtud de la cual una expresión es signo de una cosa» ( Analysis ofM ind , London 1921, p. 191). Así, la expresión «primer ministro», que varía de referente según la persona que ocupe el cargo, poseerá significado por la relación referencial que subsiste entre dicha expresión y la persona que denota. De este modo, no puede sin más afirmarse que el significado sea el referente, pero sí se puede aseverar que no se conoce el significado del lenguaje hasta que no se conozcan en concreto las personas o realidades de las que se habla. Conviene no olvidar que, en la dimensión lógica, la paradoja de la iden­ tidad coloca a esta teoría en una situación explicativa harto difícil y que, en el aspecto ontològico, todo el mundo de los entes de ficción —el vello­ cino de oro, la montaña mágica— carecería de significado al no existir su referente. Pero esto parece excesivo y es rechazado por el sentido común. La doctrina referencial del significado es, sin duda alguna, la más acor­ de con la concepción del lenguaje como espejo en donde se refleja la reali­ dad. Y subyace en la elaboración de la gramática clásica greco-latina, en la gramática especulativa del medioevo y en la de Port-Royal. En nuestro siglo, algunos pensadores tomaron estas ideas para poder sistematizar una versión del significado al servicio del lenguaje ideal perfecto postulado por el neopositivismo lógico y la filosofía del análisis. Entre estos pensadores, destaca por su originalidad L. Wittgenstein en el período en que escribió su Traciatus Logico-Philosophicus . En éste, el isomorfismo entre mundo

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