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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA... 65 b) Etapa de vigencia Agudizada en el siglo XI la tendencia teocrática llega a su plenitud en el siglo XII. Son don grandes doctores místicos, Hugo de san Víctor y san Bernardo quienes la defienden con más decisión. Hugo de san Víctor contempla a la Iglesia como una comunidad com puesta de clérigos y legos, que debe ser gobernada por el poder espiritual y el temporal. Ve en la historia del Antiguo Testamento un refrendo de la comunidad del pueblo cristiano, en el que, con mayor motivo que en Is rael, debe tener preferencia lo espiritual sobre lo temporal14. Esta referen cia al Antiguo Testamento se ha de tener muy presente, pero se hace sentir, como uso y abuso, a lo largo de toda la historia de las relaciones de la Iglesia y el Estado. San Bernardo encarna el gran espiritualismo del siglo XII, el siglo de más alto nivel cristiano. Su profunda vivencia religiosa le lleva a patroci nar la reforma del Cister; a predicar la segunda cruzada; a dar a la Orden Militar de los Templarios su austera legislación; a amonestar al Papa Euge nio III, un día discípulo suyo, sobre las obligaciones de su cargo. Este enmarque de su vida le forzó a tener muy presente el tema de la relación entre el poder temporal y el poder espiritual. Vio simbolizados ambos poderes en la metáfora de las dos espadas, que Cristo entregó a su Iglesia. Esta, sin embargo, ejerce el poder temporal a través de los príncipes. Esta doctrina, proclamada por un místico, hace patente la plenitud conseguida por la teocracia. El siglo XIII continúa, a veces plenifica, lo logrado por la cristiandad en siglos anteriores. En este siglo se advierten tres actitudes mentales distintas respecto de la teocracia : la oficial de Papas y juristas; la de los teólogos que justifican la teocracia por la primacía absorbente del orden sobrenatural respecto del orden natural; y la de los teólogos que separan netamente ambos órdenes y preparan con esta distinción la respuesta definitiva al grave problema. Por lo que respecta a los Papas, desde Inocencio III a Bonifacio VIII, vivían y actuaban sintiéndose cada uno de ellos «Vicarius Christi », título que les era sumamente grato y en el que fundaban su primacía sobre todo poder humano15. 14. Cf. A. TRUYOL S er r a , O. c., t. I, 260 (A cada autor estudiado Truyol Serra da la bibliografía esencial). 15. «Inocencio III —escribe Truyol Serra— apoyándose en el hecho de que la Santa Sede había transferido el Imperio, en la persona de Carlomagno, de los griegos a los alemanes, y de que el emperador recibía su investidura del Papa, consideraba la relación entre ambos
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