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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA... 99 cristiano, a través de los ergotistas parisinos, motivó en Vives tal desestima, que le impidió poderlo asimilar en lo mejor del mismo: su gran metafísica81. En esto existe una gran divergencia entre J. L. Vives y la Escuela de Salamanca. Esta es una prolongación del pensamiento medieval al que aporta creaciones que lo enriquecen. Vives empalma más bien con el pen­ samiento clásico que conoce mejor que los doctores de la Escuela de Sala­ manca. Ante todo estima grandemente a Cicerón, cuyo Somnium Scipionis lo juzga sólo inferior a lo mejor del pensamiento cristiano. A su lado, a Séneca con la escuela estoica, Platón y su República, Aristóteles y su Polí­ tica. Estas son las fuentes, que fecundan la ideología política de J. L. Vives y con cuyas aguas regaba las raíces de su honda concepción cristiana82. Una de las notas características de la síntesis mental de Vives es, sin duda, la unión de la cultura clásica con la concepción cristiana. Ahora bien, la relación de cultura clásica y concepción cristiana es paralela a las relaciones de naturaleza y gracia. Lo sorprendente del caso es que al enca­ rarse directamente con la relación de ambas, Vives se declara a favor de la gracia más que el naturalismo de los teólogos de Salamanca. No se puede exigir a J. L. Vives la precisión tecnológica escolástica de éstos; más bien la rehuía. Pero dentro de su modo de escribir, más con el estilo clásico de una exposición temática, entonada y elegante, que con el ajuste terminoló­ gico de una escuela, trasparece en Vives que él considera la acción histórica de Cristo como un retorno a la plenitud del orden de la gracia, que tuvo lugar antes del primer pecado. Así pues, mientras los pensadores de la Escuela de Salamanca subrayan la vigencia del orden natural antes y des­ pués de la obra histórica de Cristo y rehuyen afirmar que Cristo sea Rey temporal, J. L. Vives contempla todo el orden natural inserto , mejor, subli­ mado , en el orden establecido por Cristo. Las derivaciones de esta postura van a ser muy notables al enfrentarse Vives con la máxima cuestión político-religiosa de su momento histórico: la escisión de la cristiandad. Igualmente su sentido cristiano da la tónica al razonar sobre la guerra justa, para la que halló siempre muy poca justifica­ ción desde el mismo. Su sentido cristiano estaba tan arraigado en su mente 81. Cf. Idem, 148ss. 82. Puede verse una ampliación del tema en L. R ey A ltuna , La ética del Renacimiento, en Revista de Filosofía 5 (1946) 419-451 (estudia especialmente la ética de Vives y la fuente estoica de la misma); F. DE URMENETA, Senequismo y vivismo, en Augustinus 10 (1965) 409- 417; A. H ernández G il , Etica, Derecho, en la doctrina de Luis Vives, en Revista de la Facultad de Derecho 12 (Madrid 1943) 7-45.

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