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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA.. 95 viene recordar que cuando León XIII impugna en sus encíclicas el «nuevo derecho», se refiere al derecho natural totalmente autónomo, al que se quiere enfrentar con los planes divinos sobre el hombre. Pienso que Vito­ ria, con su ponderado equilibrio se situó en el fiel de esta balanza, que tiene por platillos el orden sobrenatural, exclusivo en mucho ambientes protestantes, y el orden natural, que en su radical secularización quiere prescindir totalmente de su vinculación óntica con Dios. Con relación a la disputa en torno a la doble verdad, no parece que le haya preocupado a Vitoria muy en serio. Sin duda que conoció la condena de París de 1277 en cuyo proemio se denuncia la tesis de la doble verdad, con la que los averroístas latinos se querían substraer a la censura, ya que sus afirmaciones, en caso de ser contrarias a la fe, las sostenían sólo como filósofos. Así mismo debió conocer la refutación que de este subterfugio doctrinal de los averroístas dio su maestro santo Tomás en su opúsculo, De unitate intellectus contra averroístas. Al Aquinate le cae muy gorda la tesis averroísta de que por la razón se puede concluir que no hay más que un sólo entendimiento para todos, aunque la fe afirme la contrario. Ahora bien, como por necesidad lógica sólo puede concluirse lo que es necesaria­ mente verdadero, de la teoría de la doble verdad se seguiría que la fe puede proponer un imposible falso, que en ninguna manera puede ser hecho por Dios. Lo cual, exclama santo Tomás, los oídos de los creyentes no lo pueden aguantar74. Hay, pues, que decir que para el Aquinate —co­ mo para todo el pensamiento medieval cristiano— no hay más que una verdad cuya fuente última es Dios. Si hablamos, pues, de verdades natura­ les y sobrenaturales, esto hay que entenderlo en relación a los distintos planes de Dios sobre el hombre y al conocimiento muy diverso que de estos planes el hombre puede alcanzar. Considero que Vitoria razona en sus análisis del derecho natural en este clima mental tomista y si no hace mención explícita al mismo, es por suponer claramente refutada la tesis de la doble verdad. Para Vitoria el problema capital del momento consistía en precisar bien los límites de naturaleza y gracia, con su réplica en el orden natural y sobrenatural, pero nunca enfrenta entre sí naturaleza y gracia, algo impensable para él. Por otra parte, el problema de la doble verdad, tal como se proyecta en el Renacimiento desde la vertiente ético-política, surge sobre todo con El Príncipe , de Maquiavelo. Si éste es el primer teórico de la razón de Estado, esta razón meramente política hace sentir su influjo especialmente en la 74. Cf. SANCTI T omae A quinatis , Tractatus de unitate intellectus contra averroístas , ed. crítica L. W. Keeler, Romae 1936, 79.

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