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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA. 61 Sin embargo, este tema de la corrupción de costumbres en el Renaci­ miento, muy importante, sin duda, no entra de lleno en la temática ético- política que me he propuesto desarrollar. La razón de recordarlo se halla en su gran repercusión en los otros dos aspectos: en la secularización y en la ruptura de la unidad. ¿Qué problemática ético-política implicaban estos dos aspectos en aquella circunstancia histórica? Por lo que respecta a la secularización se puede sensibilizar esta proble­ mática mediante la contemplación de las vidrieras de la catedral de León. Dichas vidrieras —mar de luz— nos transportan a un régimen de cristian­ dad, sólo al contemplarlas. Patentizan con cuanta razón se ha afirmado que la catedral es una Biblia cristiana y una enciclopedia del saber4. El pueblo cristiano veía, en las vidrieras, la creación entera itinerante hacia la eternidad, pues, son ellas la representación visual de ese Itinerario del hom­ bre que arranca de Dios y a Dios retorna. Transfiguradas por la luz, se presentan a la vista imágenes de prelados y reyes; sacerdotes y menestrales; el cielo y la tierra; la vida vegetal, animal y humana; el santoral cristiano y la vida celeste. Todo esto quiere decir que la naturaleza y la gracia, el poder temporal y el poder espiritual, lo humano y lo divino, se han dado aquí la mano en un matrimonio, que parecía irrompible. Es el triunfo de la cristiandad. Ahora bien este triunfo de la cristiandad implica —es muy de notar— que el pueblo, artífice de este templo a su Dios, vive en régimen política­ mente cerrado al «otro». En efecto, sólo los cristianos gozan de plenos derechos sociales. Los otros: judíos, moros e infieles, son eliminados o parcialmente tolerados. Surge, pues, ineludiblemente la siguiente pregunta: ¿Este régimen de cristiandad era plenamente justo y equitativo? En aquella época nadie dudaba de ello. Mas, ¿podemos nosotros afirmar lo mismo?5. Ya es de notar que este régimen de cristiandad no es conforme ni con la letra ni con el espíritu de los primeros siglos cristianos. Ciertamente que la unión entre lo temporal y lo espiritual era imposible cuando el cristianis­ mo era aún oficialmente perseguido. Pero es que las consignas apostólicas exigían el reconocimiento de la autonomía de lo temporal, ya a partir de Cristo que dijo: «Dad al César...». La historia constata que esa autonomía no fue mantenida en los siglos cristianos, en los que se advierte la progre­ siva absorción de lo temporal por lo espiritual. 4. CF. J. F ernández A renas - J. F ernández E spino , Las vidrieras de la catedral de León , León 1982. 5. Cf. J. HóFFNER, Kolonianismus und Evangelium , 3 ed., Trier 1972, ha dado este epígrafe a una de sus secciones: Die Intoleranz im lnnern des mittelalterlichen Orbis Christia- nus (p. 42).

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