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82 CEFERINO MARTINEZ SANTAMARIA En los primeros siglos del cristianismo los pensadores se hallaron frente a este doble orden: el natural , propuesto por el pensamiento griego, y el sobrenatural , el de los planes de Dios, según el mensaje bíblico. Pero como todos partían en su razonar de que tanto un orden como otro tienen una única fuente que es Dios, no se hacen problema del posible conflicto entre ambos órdenes. Cuentan con uno y otro y en ambos fundan su pensamien­ to, sin percibir la tensión interna que late entre ellos. Esto es lo que se advierte, sobre todo, en san Agustín. Se debe tener muy presente, sin embargo, que en todo su largo pensar se da siempre la nota constante de contar primariamente con los planes de Dios y sólo desde ellos admite el valor del mero orden natural. Esta actitud agustiniana motivará tensiones a lo largo de la historia. Estas tensiones entre los órdenes natural y sobrenatural, latentes en la Patrística cristiana, se manifiestaron a plena luz en la que se puede llamar la primera gran crisis del pensamiento cristiano, año 1270. La irrupción de Aristóteles en Occidente por aquella época motivó la tentación de dejar de lado a la voluntad de Dios con sus planes sobre el hombre. El contingentis- mo cristiano parecía tener que ceder el paso al necesitarismo griego. De la crisis de 1270 nacen tres mentalidades con una enorme repercu­ sión en los problemas ético-políticos del mundo moderno. La primera mentalidad optó por una decidida y total aceptación del naturalismo de Aristóteles, interpretado por Averroes. Tres siglos de averroísmo latino, con sede en la universida de Padua, dieron apoyo filosófico al intento de no admitir más que el orden natural , al margen de la intervención divina que preside el orden sobrenatural. Era necesario encuadrar toda la activi­ dad humana en este orden natural, cuyo supremo agente en el plano ético- político venía a ser el Estado. Otra mentalidad consideró necesario separar el orden natural del orden sobrenatural. Uno y otro corren paralelos, sin el menor contacto. Esta tesis vino a ser una de las fuentes de la teología protestante que se atuvo exclu­ sivamente al orden sobrenatural de salvación, desentendiéndose del mundo, cuyos problemas le parecieron marginales. Pero esta misma tesis motivó igualmente la génesis del espíritu laico, al optar éste con radical exclusivis­ mo por el orden natural. Lo peor del caso fue que el mismo orden natural había quedado en precario a causa del nominalismo que negaba el valor de los universales y, por consiguiente, la existencia de un orden natural con leyes fijas. Esta actitud ante el orden natural abrió la puerta al convencio­ nalismo moderno a la hora de buscar un apoyo doctrinal a los derechos humanos naturales49. 49. De nuevo remito a la obra de G. L agarde , cit. en notas 1 y 28.

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