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CRISIS DE LA CONCEPCION POLITICA MEDIEVAL EN LA EPOCA.., 81 estudio, juzgamos a las dos como complementarias. La mente humana no puede quedar satisfecha con una diatheke que desconozca la naturaleza racional. Pero tampoco le basta —aunque tantos opinen lo contrario— con el conocimiento de la naturaleza y de sus leyes. Diathéke y Physis no son conceptos contrarios. Responden a mentalidades complementarias»47. Esta solución de complementariedad entre physis y diathéke , entre pen­ samiento griego y mensaje bíblico. ¿Ha sido siempre aceptada por los pen­ sadores? La historia responde a esta pregunta anotando tres direcciones diferentes, que conviene comentarlas, porque ellas nos abren plenamente a la problemática suscitada por las categorías medievales de Cristiandad, Teo­ cracia e Imperio. El historiador de las ideas advierte que el logos griego, fiado exclusiva­ mente de su propia luz, únicamente admite un orden: el natural. Si las religiones populares de Grecia veneraban los oráculos, el logos no tiene más oráculo que el dictado que su lógica interna le impone. El pensamien­ to griego en su cúspide es la absoluta secularización del saber humano. La trayectoria del mito al logos culmina en la física y metafísica de Aristóteles. Insertar un plan de Dios en esta física y metafísica es tomar el camino del absurdo. Nos encontramos en la plenitud del necesitarismo griego. Si abrimos ahora las páginas del mensaje bíblico, se nota al instante que se mueve en otro orden: el sobrenatural del plan salvífíco de Dios, tan bellamente formulado por san Pablo. Mas éste, instalado en el orden so­ brenatural, no se desentiende del orden natural. Afirma que quienes no han recibido la ley escrita de Moisés, tienen una ley que les habla en el fondo de su conciencia48. La lectura de esta afirmación de Pablo me lleva a evocar la Antígona de Sófocles, cuando esta heroína declara al tirano la existencia en su íntimo ser de una ley no escrita, que le dictaron los dioses. Estos eran para ella los portavoces de lo que hoy llamamos orden natural. No es la única vez que el Apóstol alude al mero orden natural, como comentan los exegetas, a los que me remito. Pero es innegable que san Pablo no ha hecho filosofía, ni ha entrado a fondo en el grave y espinoso problema de las relaciones entre el orden natural y el orden sobrenatural. Sin negar nunca el orden natural, más bien afirmándolo reiteradamente, hay que reconocer que lo que al Apóstol le interesa sobre todo, es subrayar el margnánimo propósito del Padre Celestial en su intento de salvar al hombre. Esta es la linea directriz del pensamiento cristiano. 47. E. R ivera DE V entosa , Physis-Diatheke. Naturaleza e Historia en el pensamiento bíblico y aristotélicoy en Naturaleza y Gracia 18 (1971) 364 y 365. 48. Cf. Rom 4, 15.

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